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La neurociencia de por qué el arte nos hace vivir más lento

¿Recuerdas lo eternos que eran los veranos en tu infancia?  Esas tardes de agosto parecían no tener fin, repletas de descubrimientos, aburrimiento y aventuras. Sin embargo, hoy, las semanas se disuelven entre tus dedos como azucarillos en el café caliente. De repente es Navidad otra vez, y sientes ese vértigo existencial: alguien ha pulsado el botón de avance rápido en la película de tu vida.

No es simple nostalgia; es neurociencia pura. A medida que envejecemos, nuestro cerebro se vuelve terriblemente eficiente. Se convierte en una máquina de predicción que, para ahorrar energía, deja de "grabar" los detalles de lo cotidiano. Es lo que los psicólogos llaman Procesamiento Predictivo (Predictive Coding). Cuando la rutina se impone y los días son idénticos, la memoria deja de escribir nuevas entradas. El resultado es biológicamente cruel: aunque vivamos muchos años cronológicos, nuestra percepción subjetiva del tiempo se contrae. La vida se siente más corta cuanto más la alargamos.

Pero, ¿y si te dijera que existe una tecnología capaz de frenar esta aceleración? Olvida por un momento los suplementos de moda, las cámaras hiperbáricas o los regímenes espartanos. La herramienta más sofisticada para "hackear" tu percepción temporal y añadir densidad a tus años podría estar acumulando polvo en tu estantería.

Hablamos de la Longevidad Narrativa. Hoy vamos a explorar cómo el concepto de "esculpir el tiempo" del cineasta Andréi Tarkovsky o la prosa laberíntica de Thomas Mann no son meros pasatiempos intelectuales. Son gimnasios de neuroplasticidad. Enfrentarse a una obra de arte compleja obliga a tu cerebro a volver a "grabar", devolviéndote esa sensación de eternidad que creías perdida en la infancia.

El cerebro perezoso y la trampa de la fluidez. Vivimos en la era de la "fricción cero". Las aplicaciones están diseñadas para ser intuitivas; las series de streaming, para ser consumidas en maratón; y los best-sellers, para leerse sin esfuerzo. Esta fluidez es cómoda, pero es letal para nuestra percepción del tiempo.

Cuando consumimos contenido fácil, nuestro cerebro entra en piloto automático. No hay sorpresa, no hay esfuerzo cognitivo, y, por tanto, no hay memoria densa. Es como conducir por una autopista recta: llegas a tu destino sin recordar el trayecto. Aquí es donde la Alta Cultura actúa como un freno de emergencia saludable.

Literatura: El gimnasio de la densidad cognitiva. Leer a autores como Marcel Proust, Virginia Woolf o Thomas Mann (cuyo clásico La Montaña Mágica trata precisamente sobre la distorsión del tiempo) es un acto de resistencia neurológica.

Sus frases largas, subordinadas complejas y metáforas profundas obligan al cerebro a salir del modo predictivo. No puedes "escanear" a Dostoievski; tienes que decodificarlo. Este esfuerzo activa la Reserva Cognitiva, fortaleciendo las conexiones neuronales. Al obligar a tu mente a construir mundos complejos y empatizar con personajes difíciles, estás creando nuevos recuerdos de alta definición.

Al final de una hora de lectura profunda, sientes que ha pasado mucho tiempo. No por aburrimiento, sino por densidad de experiencia. Has vivido una vida ajena, y tu cerebro la ha registrado como propia.

Cine: La atención plena sin meditar. Si la literatura entrena la memoria, el cine de autor entrena la atención. En un mundo de TikToks de 15 segundos y cortes frenéticos que destrozan nuestra capacidad de concentración, el "Slow Cinema" es el antídoto.

El director ruso Andréi Tarkovsky definía el cine como "esculpir en el tiempo". Sus planos largos, donde "no pasa nada" frenético, nos obligan a observar la lluvia, el viento o el rostro de un actor durante minutos. Obras modernas como Perfect Days de Wim Wenders o el cine de Apichatpong Weerasethakul funcionan igual.

Al principio, el cerebro moderno se resiste; busca el siguiente estímulo de dopamina. Pero si aguantas, ocurre la magia: entras en un estado de presencia radical. Al re-calibrar tu atención, el tiempo subjetivo se expande. Una película de dos horas puede sentirse como un viaje de una semana, dejándote una sensación de plenitud que ningún scroll infinito puede igualar.

Hacia una longevidad fenomenológica. La ciencia de la longevidad suele obsesionarse con añadir años a la vida. Pero las humanidades nos enseñan algo más importante: cómo añadir vida a los años. De nada sirve llegar a los 100 años si tu percepción subjetiva es que han pasado en un suspiro. La cultura, el arte difícil, el cine lento y la lectura compleja son las herramientas que nos permiten vivir múltiples vidas dentro de una sola. Son la única máquina del tiempo que funciona de verdad.

Así que, la próxima vez que te sientas culpable por pasar una tarde entera leyendo un clásico o viendo una película antigua en blanco y negro, recuerda: no estás perdiendo el tiempo. Lo estás esculpiendo.

Reto del Fin de Semana: "Esculpir el Tiempo". Te propongo un experimento de neurociencia casera para poner esto a prueba: Este fin de semana, sustituye 2 horas de scrolling en redes sociales (que encogen tu tiempo) por una película de ritmo pausado o 50 páginas de esa novela densa que tienes pendiente.

Observa cómo cambia tu sensación del domingo por la tarde. ¿Se ha sentido el día más largo? ¿Más rico? Si aceptas el reto, comparte este post o tu experiencia con el hashtag #LongevidadNarrativa y desafía a un amigo a frenar el tiempo contigo.

@en99palabras La calificación es por la película, no porque se hayan muerto de cancer. En otras noticias: el domingo voy a subir un video donde en una parte salgo d3snud0 👀 no se puede ser artista sin hacer ese tipo de escenas. #cine #peliculas #recomendaciones #tarkovsky ♬ Creepy and simple horror background music(1070744) - howlingindicator

Síndrome de Dorian Gray en Silicon Valley: Séneca o Biohacking

¿Por qué estamos obsesionados con vivir para siempre si no sabemos en qué ocupar un domingo por la tarde? Nos hemos convertido en los gerentes de nuestra propia biología. Si te levantas hoy y lo primero que haces no es mirar por la ventana, sino consultar una aplicación que te dice qué tal has dormido (porque tu propia sensación de descanso ya no tiene autoridad), bienvenido: eres parte del “Yo Cuantificado”.

Vivimos en la era de la optimización total. Desde los protocolos de longevidad de millonarios tecnológicos como Bryan Johnson (otros posts nuestros) —quien gasta dos millones de dólares al año para tener los órganos de un adolescente— hasta el uso casual de nootrópicos y medidores de glucosa en personas sanas. El cuerpo ha dejado de ser el templo del espíritu para convertirse en un hardware defectuoso que necesita parches constantes, updates y mantenimiento preventivo.

El cuerpo como máquina, la educación como software. Esta visión mecanicista no se queda en el gimnasio o en la farmacia; ha infectado nuestras escuelas y bibliotecas. En la educación moderna, cada vez se habla menos de "formación del carácter" o de "sabiduría" y más de "adquisición de competencias", “rendimiento cognitivo” y "eficiencia". Tratamos a los estudiantes como discos duros que hay que desfragmentar y llenar de datos útiles para el mercado.

Si un niño se distrae mirando una mosca, buscamos una etiqueta diagnóstica y una solución química para "reoptimizar" su atención. Hemos olvidado lo que el filósofo Byung-Chul Han (otros posts) llama "el aroma del tiempo": la capacidad de demorarse en las cosas, de aburrirse, de contemplar sin un fin productivo.

La literatura como resistencia a la eficiencia. Aquí es donde los libros —los buenos, los difíciles, los lentos— se vuelven revolucionarios. Leer En busca del tiempo perdido de Proust o enfrentarse a la densidad de Thomas Mann es, bajo la óptica moderna, una pérdida de tiempo imperdonable. No es eficiente. No te hace más rico. No baja tu cortisol de inmediato.

Sin embargo, la literatura nos recuerda una verdad incómoda que el biohacking intenta ocultar: somos finitos, somos falibles y vamos a morir. Los estoicos, como Séneca, no buscaban la inmortalidad física, sino la robustez moral. En su tratado Sobre la brevedad de la vida, Séneca nos advierte: "No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho". Pero su definición de "perder tiempo" no era dejar de trabajar para mirar las nubes; era precisamente lo contrario: gastar la vida en ocupaciones vanas, en la ansiedad por el futuro, en la obsesión por controlar lo incontrolable.

El miedo detrás del dato. ¿Qué hay detrás de esta obsesión por medir nuestros pasos, nuestras calorías, nuestras fases REM y nuestra variabilidad cardíaca? Miedo. Un pánico profundo al azar y a la decadencia.

Al tratar de convertirnos en máquinas biológicas perfectas, estamos extirpando lo que nos hace humanos: la vulnerabilidad, la pasión (que etimológicamente significa "sufrimiento" o "padecer") y el placer no utilitario. Comer ya no es un acto cultural y hedónico, es "ingesta de macros". Leer no es un diálogo con los muertos, es "procesamiento de información".

Conclusión: La rebelión de lo inútil. No estoy en contra de la ciencia ni de la medicina. Aspiro a la longevidad (centenares de posts). Vivir más y mejor es un triunfo de nuestra especie. Pero hay una línea delgada entre cuidar el vehículo y olvidar el viaje.

Quizás la verdadera salud hoy en día no se mida en un reloj inteligente. Quizás la salud mental resida en la capacidad de leer un poema sin buscarle la utilidad, en comer un trozo de pan sin pensar en el pico de glucosa, y en aceptar que nuestras arrugas y cicatrices no son errores del sistema, sino el mapa de que hemos estado aquí, de que hemos vivido, y de que, afortunadamente, no somos robots. Dejemos de optimizar un poco. Empecemos a vivir.

Desde el jardín de Jerzy Kosinski: la inocencia frente al poder

Hoy repasaremos un novela satírica (y una película deliciosa) que creíamos haber citado con anterioridad en este vuestro blog, pero no es así: "Desde el jardín" de Jerzy Kosinski. Basado en este libro, se hizo "Bienvenido Mr. Chance" (Un jardinero con suerte), una película estadounidense estrenada en 1979, dirigida por Hal Ashby y protagonizada por Peter Sellers.

Jerzy Kosinski, de nombre real Józef Lewinkopf, nació en 1933 en Łódź, Polonia. Durante la Segunda Guerra Mundial, para sobrevivir al Holocausto, cambió su identidad, adoptó una partida de bautismo falsa y en algunos momentos ocultó su origen judío. Tras la guerra, estudió historia y ciencias políticas en Lodz. En 1957 emigró a los Estados Unidos.  

Se graduó en la Universidad de Columbia (EE. UU.). Fue profesor en universidades como Yale y PrincetonEntre sus obras más destacadas están El pájaro pintado (1964), Pasos (1969, que le valió el National Book Award) y Desde el jardín (1971).  La novela Desde el jardín fue adaptada al cine en 1979, bajo el título Being There. Kosinski participó en el guión. Falleció el 3 de mayo de 1991, a los 57 años, por suicidio.  

Jerzy Kosinski vivió las extremas tensiones del siglo XX: guerra, desplazamientos, reconstrucción, adopción de identidades. Esa experiencia de frontera entre lo oculto y lo público –lo interior y lo mediado– recorre muchas de sus obras. Con Desde el jardín, crea una fábula casi sardónica acerca de cómo una persona “vacía”, sin pasado social explícito, puede proyectarse mediáticamente con efectos sorprendentes. Sus 160 páginas, son pura sátira social, una novela simbólica, una fábula moderna. 

El protagonista, Chance Gardiner (o “Mr. Chance”), ha vivido toda su vida cuidando un jardín dentro de una mansión. No conoce prácticamente nada del mundo exterior salvo lo que obtiene de la televisión y algunas revistas. Al morir el dueño de la casa, Chance tiene que abandonar ese espacio aislado. En su salida, es atropellado por un automóvil. La dueña del vehículo lo recoge, lo cuida, lo lleva a su hogar, y allí lo invita a quedarse como huésped.  

Aunque no tiene ambiciones políticas ni conocimientos explícitos, la gente interpreta sus declaraciones literales sobre jardinería como metáforas profundas para economía, política y filosofía. Así, Chance es proyectado a las más altas esferas sociales y mediáticas sin proponérselo.  ´La trama termina sin un cierre moral definitivo: el lector o espectador debe decidir si Chance es ingenuo, iluminado o un espejismo de nuestra sociedad mediática.  

En esta fábula moderna se abordan algunos temas y reflexiones como:

La mediación de los mediosLo que define y moldea la percepción pública no es el contenido real sino la interpretación mediática. Chance carece de mensaje profundo — proyectan un contenido sobre él.  

Inocencia vs. interpretaciónEs paradójico que una persona ingenua y literal sea elevada a portavoz simbólico: revela cuán vacías pueden ser las expectativas de quienes interpretan.  

Poder, fama y vacíoLa novela critica la superficialidad del éxito social: cómo el reconocimiento puede surgir no del mérito real, sino de las proyecciones colectivas.  

La ilusión de profundidadMuchos leen en Chance reflexión filosófica donde no la hay; Kosinski invita a cuestionar esa ilusión.

Algunas citas destacadas para mostrar el tono neutro, algo paradójico y mordaz del relato.:

“Era domingo. Chance estaba en el jardín. Se movía con lentitud, arrastrando la manguera verde de uno a otro sendero mientras observaba atentamente el fluir …” 

“Chance es un gran enigma: el héroe de los «media» americanos. La televisión le ama, los periódicos y revistas van tras él.” 

- “Todos hablan de él, aunque nadie sabe de qué habla él. Nadie sabe de dónde viene, pero todos están enterados de que es un imán para el dinero, el poder y el sexo.” 

Esta novela corta que expone como la ignorancia y la inocencia pueden llegar a convertirse en el álter ego del mundo simplemente por aparecer en la televisión… De todo ello surgen cuestiones como “¿Puede un jardinero llegar a ser consejero político sin proponérselo?”, ¿sigue siendo vigente hoy? ¿qué lecciones para estudiantes de comunicación, política o filosofía? Incluso ya dirigidas a los lectores: ¿qué papel cumple el lector en proyectar sentido? 

Oppenheimer: el cine de Nolan como bomba ética e histórica

La espera ha merecido la pena. Han transcurrido dos años antes de disfrutar de esta gran película. La oportunidad la ha proporcionado RTVE Play (ver tuit final). Casi tres horas de visionado, que se nos ha hecho corto. Incluso la hemos visto dos veces, entre sábado y domingo.  Oppenheimer (2023) es un biopic dirigido por Christopher Nolan que dramatiza la vida de J. Robert Oppenheimer, físico teórico estadounidense a quien se le confió la dirección del Proyecto Manhattan, con el propósito de desarrollar la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial

La película recorre distintos momentos clave de su vida —desde sus primeras reflexiones científicas, su incorporación al proyecto militar, el diseño, la Prueba Trinity y el lanzamiento sobre Japón— hasta las consecuencias personales y políticas que le persiguieron: su lucha interna, las audiencias de seguridad que cuestionaron su lealtad, la controversia pública y la sombra de la destrucción que su creación desató. 

Se estructura mediante saltos temporales, yuxtaposiciones de etapa personal con eventos públicos, y un enfoque parcial en la subjetividad de Oppenheimer para confrontar sus motivaciones, dudas morales y el peso histórico de sus actos. La película también refleja sus audiencias ante el gobierno y la presión de figuras políticas que lo acusan de simpatías con el comunismo, y explora la delgada línea entre avance científico, responsabilidad moral y el poder destructivo que eso conlleva

Christopher Nolan (director y guionista). Nolan ha manifestado que se sintió atraído por la figura de Oppenheimer precisamente por su complejidad, el conflicto ético intrínseco entre construir la bomba y comprender sus consecuencias. Para enfatizar esa dimensión íntima, optó por escribir partes del guion “en primera persona”, algo poco convencional para un guion cinematográfico, para “meterse en la cabeza” del protagonista. 

En relación con las escenas más duras o visiones de víctimas (después de la explosión), Nolan ha defendido su apuesta por la subjetividad: “lo que no muestro es tanto como lo que muestro”, pues su intención era reflejar la experiencia interna de Oppenheimer más que una crónica exterior total. Nolan también habló de la dificultad de condensar una vida tan amplia en una narrativa dramática, de seleccionar qué omitir y qué enfatizar, balanceando precisión histórica y densidad cinematográfica.  

Cillian Murphy (Oppenheimer): varios críticos destacan su actuación como el núcleo emocional del film, sensible, contenida y al mismo tiempo cargada de tensión interna. En una entrevista con The Guardian, Murphy reconoció que no es muy aficionado a las entrevistas, pero declaró sobre la película: “Estoy satisfecho con lo que conseguimos”.  

Robert Downey Jr., Emily Blunt, Matt Damon y otros nombres del reparto aportan solidez secundaria: algunos roles críticos políticos, figuras del gobierno y colegas científicos que contribuyen al entramado de tensión y confrontaciones.  

En entrevistas del equipo, se menciona que el rodaje fue intenso, con gran exigencia emocional por parte de todos, pues se trataba de representar no solo hechos, sino estados del alma bajo presión.  En cuanto a la música, la banda sonora compuesta por Ludwig Göransson ha sido muy elogiada, considerada una “explosión musical” que potencia la carga dramática y psicológica del film.  

Razones para no perderte este largometraje

- Ambición narrativa y visual: Oppenheimer ha sido recibido como un proyecto ambicioso que mezcla escala épica con intimidad, con una puesta en escena que impresiona tanto en lo técnico (fotografía, montaje, efectos prácticos) como en lo dramático.  
- Interpretación de Murphy como motor: Muchas reseñas alaban a Cillian Murphy como el corazón que sostiene la película, capaz de transmitir conflicto interior sin recurrir a grandes gestos exteriores.  
- Dilemas morales y dimensión filosófica: El filme estimula la reflexión sobre la ciencia, el poder, la responsabilidad y el costo humano. No se queda en la mera crónica, sino que propone interrogantes éticos.  
- Precisión histórica y episodios reales: Aunque inevitablemente selectiva, la película incorpora elementos documentados (las audiencias, la prueba Trinity, tensiones políticas) que anclan el relato en hechos reconocibles. 
- Recepción positiva general: En Rotten Tomatoes, la crítica señala que es otro logro absorbente de Nolan, con visuales impresionantes y actuación destacada de Murphy. En Filmaffinity, muchas voces lo catalogan como obra maestra o lo mejor de Nolan hasta ahora.  

Algunas debilidades de esta joya

- Longitud y ritmo: Algunos críticos consideran que el metraje (aproximadamente 172 minutos) y ciertos saltos temporales pueden resultar pesados o ralentizar el dinamismo en ciertos tramos.  

- Tratamiento de personajes secundarios (especialmente femeninos): Han surgido críticas acerca de que ciertos personajes femeninos quedan algo relegados o menos desarrollados frente al protagonismo dominante del científico.  

- Reserva frente a la representación del sufrimiento humano directo: Algunos opinan que Nolan elude mostrar de modo explícito el sufrimiento visual de las víctimas de la bomba, lo que algunos consideran un acto moral dudoso o una “omisión deliberada”. 

- Entre otros, James Cameron ha acusado al film de ser un “moral cop-out” (moral evasiva) por no representar con contundencia visual el daño humano inmediato.  
- Complejidad y exceso informativo: Para espectadores menos familiarizados con la historia, ciertas referencias, saltos cronológicos o términos técnicos pueden resultar densos.
- Tensión entre la subjetividad y la distancia histórica: Mientras que la apuesta subjetiva es audaz, algunos espectadores podrían sentirse distanciados al no tener una postura externa más firme sobre los hechos.

Nuestra opinión personal: Oppenheimer es una obra maestra, de gran envergadura que combina lo monumental con lo íntimo. Me parece que Nolan logra un equilibrio impresionante entre la épica del contexto histórico y la fragilidad interior del protagonista. La impresión que deja es más reflexiva que narrativa: no se trata de entretener por sí sola, sino de confrontar al espectador con preguntas incómodas sobre ciencia, poder y responsabilidad.

No es una película perfecta: en ciertos momentos el ritmo se resiente, y algunas figuras secundarias merecían un tratamiento más profundo. Pero su dimensión filosófica, su carga emocional contenida y su apuesta formal son tan contundentes que para mí se sitúa como una de las más relevantes de la década. 

Enrique Dussel y la descolonización de la filosofía

Enrique DusselEnrique Domingo Dussel Ambrosini, nació el 24 de diciembre de 1934, Mendoza, Argentina y falleció el 5 de noviembre de 2023, Ciudad de México. Tuvo la doble nacionalidad como argentino-mexicano. Fue el filósofo de la liberación latinoamericana, pensando crítica radical desde el Sur y descubriendo la democracia desde los márgenes.

Su formación siguió un recorrido internacional: 

- Filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina).

- Doctorado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.

- Estudios en teología y filosofía en París, con Emmanuel Lévinas, Paul Ricoeur y otros.

- También estudió historia en la Universidad de La Sorbona.

Exiliado en México durante la dictadura argentina (1975), desarrolló allí la mayor parte de su obra. Fue profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y en la UNAM. Sus ámbitos de trabajo de trabajo incluyeron filosofía política, ética, filosofía de la liberación, teología de la liberación, filosofía de la historia y crítica poscolonial.

Enrique Dussel es considerado fundador de la Filosofía de la Liberación en América LatinaSus aportes principales fueron:

  1. Filosofía de la liberación. Crítica al eurocentrismo y al colonialismo en la filosofía. Defensa de pensar desde “la exterioridad”, es decir, desde los pueblos oprimidos y marginados.

  2. Ética de la liberación. Ética basada en la dignidad de las víctimas, los pobres, los excluidos. Propone una ética material de la vida, en contraposición a la ética formal abstracta.

  3. Filosofía política. Crítica al capitalismo global y al neoliberalismoDesarrollo de una política de la liberación, centrada en la participación popular y la justicia social.

  4. Historia y descolonización del saberDenuncia de la colonialidad del poder y el conocimiento. Propone repensar la historia mundial desde América Latina y el Sur global.

 Libros más relevantes de Enrique Dussel:

  1. Filosofía de la liberación (1973). Obra fundacional, donde formula su propuesta filosófica frente a la dependencia y la opresión.

  2. Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión (1998). Una ética crítica frente a la injusticia global, clave en su pensamiento.

  3. 1492: El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la Modernidad (1992). Ensayo central de su crítica al eurocentrismo y a la narrativa moderna.

  4. Hacia una filosofía política crítica (2001). Reflexión sobre la política desde la liberación.

  5. Política de la liberación (2007, varios tomos). Proyecto sistemático sobre una política crítica del presente.

  6. Historia de la filosofía y filosofía de la liberación (2011). Reconstrucción histórica de la filosofía desde la perspectiva latinoamericana.

  7. Meditaciones anti-cartesianas: Sobre el origen del anti-discurso filosófico de la modernidad (2011). Crítica a Descartes y al pensamiento moderno eurocéntrico.

Por último, algunas citas célebres de Enrique Dussel:

- “Toda ética comienza con el rostro del Otro que me interpela.”

- “El punto de partida de toda filosofía de la liberación es el grito del oprimido.”

- “Europa no descubrió América; la encubrió bajo el mito de la modernidad.”

- “El pobre no es una categoría sociológica, sino filosófica: es el lugar desde donde pensar la justicia.”

- “No hay democracia auténtica sin la voz de los pueblos oprimidos.”


Ser progresista podría sumar años a tu vida

No es la primera vez que escribimos sobre esta idea, corroborada en Estados Unidos con los colectivos de electores demócratas y republicanos (ver en este post). La tesis que afirma que las personas progresistas tienden a ser más longevas que las conservadoras es sugerente y ha sido objeto de investigación en diversas disciplinas (epidemiología, sociología, psicología política). 

Aunque hay matices importantes y diferencias entre países, se puede desarrollar y fundamentar esta idea con argumentos basados en datos empíricos sobre salud y mortalidad, estilos de vida asociados a ideologías, así como por factores socioeconómicos, culturales y territoriales.

¿Por qué podría haber una diferencia de esperanza de vida entre progresistas y conservadores? La ideología política no es solo una opinión: se asocia a hábitos, entornos, actitudes frente al riesgo y a la ciencia, todos ellos relacionados con la salud y la longevidad. En general, los progresistas tienden a valorar más la prevención y la atención sanitaria pública, mantener estilos de vida más saludables, vivir en entornos urbanos con mejor acceso a servicios, y mostrar mayor apertura al conocimiento científico y cambios en salud pública.

Evidencia empírica basadas en estudios en Estados Unidos (más abundantes):

- Political affiliation and life expectancy. Estudio de Lee y Shapiro (2022) publicado en Health Affairs. Hallazgo: Los condados que votan mayoritariamente demócrata (progresista) tienen una esperanza de vida significativamente más alta que los condados republicanos. Diferencia acumulada: Hasta 4 años de diferencia en algunos casosCausa principal: Diferencias en acceso a salud, vacunación, tabaquismo, obesidad, políticas públicas.

Political ideology and health outcomes.  – Barry et al. (2014), American Journal of Public Health. Conclusión: Las personas liberales (progresistas) muestran mejor salud autodeclarada y mayor esperanza de vida, aunque también mayor ansiedad (parcialmente atribuida al contexto político hostil).

Factores explicativos de esta realidad multifactorial:

a) Estilos de vida y salud preventiva. Los progresistas tienden a apoyar medidas de salud pública como vacunas, mascarillas, dieta saludable, reducir conductas de riesgo (menos consumo de tabaco o armas, más ejercicio físico) y usar más el sistema de salud preventivo. Los conservadores, en especial en contextos rurales o religiosos, pueden mostrar desconfianza hacia la medicina científica, o defender la responsabilidad individual como única guía, lo cual retrasa diagnósticos y tratamientos.

b) Lugar de residencia y entorno social. En Europa y América, las personas progresistas suelen vivir en zonas urbanas, con más acceso a servicios sanitarios, mejor infraestructura y asistencia social, así como más posibilidades de educación y concienciación en salud. Las zonas rurales, con mayor voto conservador, tienen peor acceso a médicos, mayor obesidad y enfermedades crónicas y una pobreza estructural en muchos países.

c) Educación y nivel socioeconómico: La ideología progresista está correlacionada con niveles más altos de estudios, lo que mejora la comprensión y adherencia a pautas médicas y se asocia a mejores condiciones laborales y de vida. Las personas conservadoras, en algunos países, muestran promedios educativos algo inferiores, lo que se traduce en más vulnerabilidad social y sanitaria.

d) Actitudes frente al cambio y la ciencia: Los progresistas aceptan mejor el cambio y la innovación (incluida la médica) y confían en la comunidad científica y en políticas públicas de salud. Los conservadores muestran mayor desconfianza en instituciones y un rechazo más frecuente a avances (como vacunas nuevas, terapias experimentales, cambios en el sistema de salud).

En el contexto europeo y español, aunque la brecha ideológica en salud no es tan marcada como en EE. UU., existen diferencias relevantes en esperanza de vida y salud percibida según territorio, clase social y orientación política. En España las zonas urbanas con voto progresista (Madrid centro, Barcelona, Euskadi, Navarra) tienen esperanza de vida más alta que zonas rurales o más conservadoras (como algunas áreas de Castilla-La Mancha, Andalucía rural o Murcia). La Encuesta Nacional de Salud y los informes del INE confirman que el nivel educativo y la actitud hacia la prevención están fuertemente asociados con mejores indicadores de salud.

En Europa, en países como Suecia, Países Bajos o Alemania, donde el voto progresista suele coincidir con políticas de bienestar y sanidad universal fuerte, la esperanza de vida es más alta. Donde dominan posturas conservadoras antiestatistas (ej. Hungría, Polonia rural), los datos de salud pública son más pobres.

Algunos matices y contraargumentos: Algunos grupos conservadores de alto nivel socioeconómico (ej. conservadores británicos o alemanes) tienen acceso excelente a salud privada y buena longevidad. En países con sanidad universal fuerte, la ideología influye menos directamente, pero indirectamente sigue marcando estilos de vida. La religión conservadora puede tener efectos ambivalentes: protege del alcohol y promueve comunidad, pero puede dificultar acceso a salud reproductiva o vacunación.

En conclusión, aunque la longevidad está influida por muchos factores (genéticos, ambientales, económicos), la ideología política se relaciona indirectamente con la esperanza de vida: Las personas progresistas tienden a vivir más años porque adoptan estilos de vida más saludables, confían en la ciencia médica, acceden mejor a servicios de salud y viven en entornos urbanos con mayores recursos.

Algunas frases a modo de resumen: Los progresistas no sólo piensan en el futuro… también lo viven más tiempo. Las ideas abiertas no solo abren mentes… también prolongan vidas. Tu ideología puede estar en tu historial médico.

PS: Este es un post más de una larga serie dedicada a la longevidad que iniciamos el domingo 17-9-23. La longevidad ha sido un tema recurrente en este blog.