Los autores sostienen que esta industria promueve la idea de que la felicidad es una elección individual y que cualquier fracaso en alcanzarla es culpa del individuo. Según ellos, esto puede llevar a una mayor autoexigencia y frustración personal. Además, critican la legitimidad científica de la psicología positiva, que a menudo se basa en técnicas sin una base científica sólida.
En resumen, “Happycracia” es una reflexión crítica sobre cómo la búsqueda de la felicidad individual, promovida por una poderosa industria, puede tener efectos negativos en la vida de las personas.
Los argumentos principales de “Happycracia” se centran en una crítica profunda a la industria de la felicidad y la psicología positiva. Aquí te dejo un resumen de los puntos clave:
La felicidad como imperativo: Los autores argumentan que la búsqueda de la felicidad se ha convertido en una obligación social y personal, impulsada por una industria multimillonaria.
Responsabilidad individual: Se promueve la idea de que la felicidad es una elección individual y que cualquier fracaso en alcanzarla es culpa del individuo. Esto puede llevar a una mayor autoexigencia y frustración personal.
Legitimidad científica cuestionable: Critican la psicología positiva, que a menudo se basa en técnicas sin una base científica sólida. Los autores sostienen que esta disciplina simplifica problemas complejos y los reduce a cuestiones de voluntad personal.
Impacto social y cultural: La industria de la felicidad influye en la agenda política y académica, promoviendo la idea de que el éxito y la felicidad dependen únicamente del esfuerzo individual, ignorando factores sociales y económicos.
Consecuencias negativas: La presión por ser feliz puede llevar a una mayor autoexigencia, autocontrol y, en última instancia, a una fábrica de sujetos frustrados.
En “Happycracia”, Eva Illouz y Edgar Cabanas no se centran tanto en proponer soluciones concretas, sino en criticar y cuestionar la industria de la felicidad y la psicología positiva. Sin embargo, sugieren algunas ideas para abordar los problemas que identifican:
Cuestionar la narrativa dominante: Los autores animan a las personas a cuestionar la idea de que la felicidad es una responsabilidad individual y a reconocer la influencia de factores sociales, económicos y políticos en el bienestar personal.
Promover una visión más crítica: Fomentan una actitud crítica hacia las promesas de la industria de la felicidad y la psicología positiva, y a no aceptar sin más las técnicas y métodos que se presentan como soluciones universales.
Reconocer la complejidad del bienestar: Subrayan la importancia de entender que el bienestar es un fenómeno complejo que no puede ser reducido a simples técnicas de autoayuda o a la voluntad individual.
Fomentar políticas públicas: Aunque no se detienen en detalles específicos, los autores sugieren que es necesario desarrollar políticas públicas que aborden las desigualdades sociales y económicas que afectan el bienestar de las personas.
Una tarde nevada de enero de 1910, alrededor de cien profesores y estudiantes avanzados de matemáticas de la Universidad de Harvard se reunieron en una sala de conferencias en Cambridge, Massachusetts, para escuchar a un orador llamado William James Sidis. Nunca antes se había dirigido a una audiencia y al principio se sintió avergonzado y un poco incómodo. Sus oyentes tenían que prestarle mucha atención, porque hablaba con una vocecita que no se escuchaba bien y puntuaba su charla con risas nerviosas y estridentes. Un mechón de cabello rubio le caía sobre la frente y unos penetrantes ojos azules se asomaban desde lo que uno de los presentes describió más tarde como un rostro "parecido a un duendecillo". El orador vestía medias de terciopelo negro. Tenía once años.
A medida que el niño se familiarizó con el tema, su timidez se derritió y llegaron a los oídos de sus oyentes las palabras más notables que jamás habían escuchado de labios de un niño. William James Sidis había elegido como tema de su conferencia "Cuerpos de cuatro dimensiones". Incluso en este selecto grupo de caballeros eruditos, hubo quienes fueron incapaces de seguir todos los procesos del pensamiento del niño. Para los legos que estaban presentes, la cuarta dimensión, como se demostró esa noche, debía de haber encajado perfectamente en su definición coloquial: "un reino especulativo de relaciones incomprensiblemente involucradas". Cuando todo terminó, el distinguido profesor Daniel F. Comstock del Instituto Tecnológico de Massachusetts se sintió impulsado a predecir a los periodistas, que habían escuchado con profundo desconcierto, que el joven Sidis crecería hasta convertirse en un gran matemático, un líder famoso en el mundo. de Ciencia.
William James Sidis, que a la edad de once años apareció en las portadas de los periódicos de todo el país, era un estudiante de Harvard en ese momento. Para explicar cómo llegó allí, debemos mirar a su padre, el fallecido Boris Sidis. Nacido en Kiev en 1868, el padre Sidis llegó a este país, aprendió inglés y fue a Harvard, donde se graduó en 1894. Su especialidad era la rama de la psicoterapia que se ocupa de aliviar las enfermedades nerviosas y los desajustes mediante sugestión mental. Escribió un libro titulado "La psicología de la sugestión" y estaba muy interesado en los experimentos para transmitir la sugestión mediante el estado hipnótico. Creía que en los primeros años el cerebro es mucho más susceptible a las impresiones que en la vejez. Cuando nació su hijo en 1898, nació, por así decirlo, en un laboratorio. Boris Sidis dirigía entonces un instituto psicoterapéutico en Brookline, Massachusetts. Era un admirador y amigo del fallecido William James, y le puso a su hijo el nombre de ese gran psicólogo.
Boris Sidis comenzó sus experimentos con su hijo cuando el pequeño William tenía dos años. Parece que indujo una especie de estado hipnoidal mediante el uso de bloques alfabéticos. Los rápidos resultados que obtuvo deleitaron su mente científica. El niño aprendió a deletrear y leer en unos meses. Al cabo de un año podía escribir tanto en inglés como en francés en la máquina de escribir. A los cinco años había compuesto un tratado de anatomía y había ideado un método para calcular la fecha en que había caído cualquier día de la semana durante los últimos diez mil años. Boris Sidis publicó varios artículos en revistas científicas describiendo los logros de su bebé. A los seis años, el niño fue enviado a una escuela pública de Brookline, donde sorprendió a sus maestros y alarmó a los demás niños al superar siete años de escolarización en seis meses. Cuando tenía ocho años, William propuso una nueva tabla de logaritmos, empleando 12 en lugar del habitual 10 como base. Boris Sidis publicó un libro sobre su increíble hijo, llamado "Filisteo y genio", y entró en Quién es quién en Estados Unidos .
El niño maravilloso tenía nueve años cuando su padre intentó matricularlo en Harvard. Podría haber aprobado los exámenes de ingreso con facilidad, pero las autoridades universitarias, sorprendidas y avergonzadas, no le permitieron realizarlos. Continuó realizando sus maravillas en casa y comenzó a estudiar latín y griego. No le interesaban los juguetes ni ninguno de los placeres normales de los niños pequeños. Los perros le aterrorizaban. "Si veo un perro", le dijo William a alguien en ese momento, "debo huir. Debo esconderme. Me gusta el gato. No puedo jugar, porque mi madre tendría que estar allí todo el tiempo, porque de la posibilidad de que pueda ver un perro." Su principal recreación parece haber sido viajar en tranvía con sus padres. El mayor Sidis le explicó los traslados y le interesó por los nombres de calles y lugares. Incluso antes de cumplir cinco años, William había aprendido a recitar todas las horas y estaciones de un complejo horario ferroviario. De vez en cuando recitaba horarios para los invitados mientras otros niños recitaban rimas de Mamá Ganso o cantaban pequeñas canciones. Quienes lo recuerdan en aquellos años dicen que tenía algo de la intensidad de un adulto neurótico.
En 1908, a la edad de diez años, a William James Sidis se le permitió matricularse en Tufts College, en Medford. Viajaba diariamente desde Brookline con su madre, quien estaba tan interesada en su fenomenal desarrollo mental como su padre. Siempre iban y venían de la universidad en tranvía. El joven asistió a Tufts durante un año y finalmente, en 1909, cuando tenía once años, Harvard le permitió matricularse allí como estudiante especial. Se matriculó como estudiante de primer año al año siguiente, y así se convirtió en miembro de la promoción de 1914. Cotton Mather, en 1674, se había convertido en estudiante de primer año de Harvard a la edad de doce años, y probablemente debido a este distinguido precedente, William Sidis se le permitió matricularse a esa misma edad. Era una fuente de asombro para sus compañeros de estudios y para el profesorado; algunos de los periódicos asignaron periodistas para cubrir "el caso Sidis".
Se pierde en el registro cómo se convenció a William para hablar ante los eruditos eruditos en enero de su primer año en Harvard, pero se sabe que mostró un gran interés en escuchar las conferencias de otros y se unió fácilmente a las discusiones grupales sobre metafísica. En su tiempo libre empezó a componer dos gramáticas, una latina y otra griega. Sin embargo, la presión de sus estudios y su repentina fama comenzaron a hacerle efecto, y no pasó mucho tiempo después de su notable discurso cuando sufrió un colapso general.
Su padre dirigía un sanatorio en Portsmouth, New Hampshire, en ese momento, y William fue trasladado allí de urgencia. Cuando finalmente regresó a Harvard, estaba retraído y tímido; no se le pudo persuadir para que volviera a dar una conferencia; Comenzó a mostrar una marcada desconfianza hacia la gente, miedo a la responsabilidad y una inadaptación general a su vida anormal. No se relacionaba mucho con los estudiantes y huía de los periodistas, pero estos lo arrinconaron, por supuesto, el día de su graduación como Licenciado en Artes en 1914. Tenía dieciséis años. Entonces vestía pantalones largos y se enfrentaba a los periodistas que bajaban al Yard con menos sensación de vergüenza que cuando era un niño con bragas. Pero en él se habían desarrollado claras fobias. "Quiero vivir la vida perfecta", dijo William a los periodistas. "La única manera de vivir la vida perfecta es vivirla en reclusión. Siempre he odiado las multitudes". Por "multitudes" no fue difícil leer "gente". Entre los que se graduaron con William James Sidis ese día se encontraban Julius Spencer Morgan; Gilbert Seldes; y Vinton Freedley y Laurence Schwab, los productores de la comedia musical. Los periodistas no les prestaron atención.
A los dieciséis años, William James Sidis era un chico grande y, cuando ingresó en la Facultad de Derecho de Harvard, ya no era la figura incongruente que había sido. Los periódicos tenían poco interés en sus idas y venidas. Asistió discretamente a la facultad de derecho durante tres años y aparentemente fue un estudiante brillante, pero su principal interés eran las matemáticas, y en 1918 aceptó un puesto de profesor en una universidad de Texas. Su fama le precedió, pero incluso si no lo hubiera sido, la extrema juventud de este profesor de matemáticas habría sido suficiente para convertirlo en una curiosidad. Se encontró en el centro de un interés que le molestaba y le consternaba. De repente renunció a su puesto y regresó amarga y silenciosamente a Boston, donde vivió en la oscuridad durante algunos meses.
Fue el 1 de mayo de 1919 cuando el nombre del joven Sidis volvió a ocupar las primeras planas de los periódicos. Con una veintena de jóvenes más, participó en una manifestación comunista en Roxbury y fue llevado ante el tribunal municipal como uno de los cabecillas del grupo y, de hecho, el mismo individuo que había portado la horrible bandera roja en su desfile. En el estrado de los testigos, Sidis demostró ser más franco y sincero que discreto. Anunció ante un tribunal estupefacto que para él no había más dios que la evolución; Cuando se le preguntó si creía en lo que representa la bandera estadounidense, dijo que sólo hasta cierto punto. En un momento dado, para instrucciones del magistrado, se lanzó a explicar la forma de gobierno soviética. Su inclinación marxista se había desarrollado durante un período de varios años. Cuando los Estados Unidos entraron en la guerra, se declaró objetor de conciencia y en varias ocasiones expresó la opinión de que los problemas del mundo eran causados por el capitalismo.
Un policía que había ayudado a disolver el desfile de los radicales identificó a Sidis como el hombre que llevaba la bandera roja. El oficial dijo que le había preguntado a Sidis por qué no llevaba la bandera estadounidense, y que Sidis respondió: "¡Al diablo con la bandera estadounidense!". Al regresar al estrado, el famoso prodigio negó vehementemente haber hablado alguna vez con el testigo y haber dicho alguna vez a nadie: "¡Al diablo con la bandera estadounidense!" Repitió que se oponía a la guerra y que creía en una forma de gobierno socializada. Después de una pausa, anunció que, en realidad, había llevado una bandera estadounidense, tras lo cual, ante el asombro de la sala del tribunal, sacó una bandera estadounidense en miniatura de su bolsillo. Fue condenado a dieciocho meses de cárcel por incitación a disturbios y agresión. Apeló y, mientras estaba en libertad bajo fianza de 5.000 dólares, desapareció del estado en el que había sorprendido a profesores eruditos y a policías patrióticos. Marcó el comienzo de un nuevo y curioso modo de vida para el joven.
Durante los cinco años siguientes, William James Sidis parece haber logrado la "vida perfecta" de la que había hablado el día de su graduación: la vida de reclusión. Aparentemente vagaba de ciudad en ciudad, trabajando como empleado, o en alguna otra función menor, por un salario que sólo le permitía subsistir. En 1924 volvió a aparecer en las noticias cuando un periodista lo encontró trabajando en una oficina en Wall Street, por veintitrés dólares a la semana. Estaba consternado al ser descubierto. Dijo que todo lo que quería era ganar lo suficiente para vivir y trabajar en algo que requiriera un mínimo de esfuerzo mental. Los últimos periodistas que bajaron a su oficina para entrevistarlo no lograron verlo. Había dejado su trabajo y había vuelto a desaparecer.
Dos años más tarde, en 1926, Dorrance & Company, una editorial de Filadelfia que imprime libros "vanidosos", es decir, libros publicados a expensas de los autores, publicó un volumen llamado " Notas sobre la colección de transferencias". Fue escrito por un tal Frank Folupa. Frank Folupa, según descubrió un periodista despiadadamente ingenioso, no era otro que William James Sidis. Nuevamente lo atropellaron y lo entrevistaron. Anunció que durante mucho tiempo había sido un "peridromófilo", es decir, un coleccionista de transferencias de tranvía. Él mismo había acuñado la palabra. Su libro (ahora agotado) tenía trescientas páginas y era un tratado erudito y laborioso sobre el origen, la naturaleza y la clasificación de nada más y nada menos que los trozos de papel que los conductores de tranvía entregan a los pasajeros cuando solicitan transbordos. Muchos psicólogos y analistas deben haber estado interesados al leer en los artículos que el genio del niño precoz que había asombrado al mundo académico dieciséis años antes había florecido de esta manera extraña. El libro es digno de examen. Sidis escribió un prefacio al volumen, que comenzaba así: "Este libro es una descripción de lo que es, hasta donde sabe el autor, un nuevo tipo de pasatiempo, pero que a primera vista parece tan razonable como , tan interesante y tan instructivo como cualquier otro tipo de colección de moda. Esta es la colección de transferencias de tranvías y formas afines. El propio autor ya ha recopilado más de 1600 formas de este tipo." El prefacio revela, en otro lugar, que el autor no carecía de cierto humor. "Podemos mencionar", decía, "el interés geográfico y topográfico, tanto en la exploración como en el análisis de las transferencias mismas. También están las interesantes luces que una colección de este tipo arroja sobre la política en la que necesariamente están involucradas las empresas de tránsito". ; aunque difícilmente recomendamos que este interés político se lleve lo suficientemente lejos como para inducir al coleccionista a tomar partido en tales disputas. Y nuevamente: "Uno puede encontrar mucha diversión con las transferencias: se dice que un estudiante de la Universidad de Harvard se encontró en una calle coche y, deseando un viaje extra, le pidió al revisor un transbordo. Cuando se le preguntó "¿A dónde?" "En cualquier lugar", dijo. El conductor le guiñó un ojo y dijo: "Está bien". Te transferiré a Waverly. Posteriormente se rieron del estudiante cuando contó la historia y se le informó que el asilo para débiles mentales estaba ubicado en Waverly ". Sidis también incluyó en su prefacio algunos versos que había escrito cuando tenía catorce años. Comienzan:
Desde los trenes subterráneos en Central,
se toma un transbordo y se va
a Allston o Brighton o
a Somerville, ya sabes;
En los automóviles desde Brighton, haga transbordo
al metro de Cambridge este
y tome un tren hasta Park Street
o Kendall Square, al menos.
"Conocemos", concluye el autor, "a alguien a quien realmente le ayudó a tomar el camino correcto al recordar un fragmento de uno de estos versos". El libro analiza todo tipo de transferencias: tipos estándar, tipo Ham, tipo Pope, tipo Smith, tipo Moran, transferencias Franklin Rapid, transferencias Stedman. De este último (para darle una idea), el Sr. Sidis escribió: "Transferencias Stedman: esta clasificación se refiere a un tipo peculiar elaborado por cierta imprenta de transferencias en Rochester, Nueva York. Las peculiaridades de la transferencia Stedman típica son el límite de tiempo tabular. ocupando todo el extremo derecho de la transferencia (ver Diagrama en la Sección 47) y la combinación de fila y columna de ruta de recepción (u otras condiciones de recepción) con el medio día que ya hemos discutido en detalle".
Un año después de la publicación de su libro (al parecer sólo se vendió a unos pocos peridromófilos más), Sidis regresó a la ciudad de Nueva York y volvió a conseguir un trabajo como empleado en una empresa comercial. A su habilidad y experiencia en el trabajo de oficina en general, el genio matemático había añadido ahora, irónicamente, la capacidad de operar una máquina sumadora con gran velocidad y precisión, y le gustaba alardear de este logro. Vivía en 112 West 119th Street, donde se hizo amigo de Harry Freedman, el propietario, y su hermana, la señora Schlectien. Sidis ya no está con ellos y no te dirán adónde ha ido, pero te reenviarán cualquier correo que llegue por él. Aprecian al joven y aprecian su deseo de evitar la publicidad. "Tenía una especie de amargura crónica, como mucha gente que ves viviendo en habitaciones amuebladas", dijo recientemente Freedman a un investigador de la curiosa historia de William James Sidis. Sidis solía sentarse en un viejo sofá en la sala de estar de Freedman y hablar con él y su hermana. Sidis les dijo que odiaba Harvard y que cualquiera que enviara a su hijo a la universidad es un tonto: un niño puede aprender más en una biblioteca pública. Con frecuencia hablaba de su pasión por coleccionar transfers. "Él puede decirle cómo llegar a cualquier calle de cualquier ciudad de los Estados Unidos con un solo billete de tranvía", dijo el Sr. Freedman con asombro y admiración. Parece que Sidis mantiene correspondencia con peridromófilos en varias otras ciudades y de esta manera se mantiene al día con la situación del tranvía y los transbordos. Una vez, el joven bajó de su habitación un manuscrito en el que estaba trabajando y le pidió a la señora Schlectien si podía leerle "algunos capítulos". Dijo que resultó ser un libro del tipo "Buck Rogers", sobre aventuras en un mundo futuro de maravillosos inventos. Ella dijo que estaba genial.
William James Sidis vive hoy, a la edad de treinta y nueve años, en un dormitorio del destartalado extremo sur de Boston. Por una fotografía de él y de sus actividades, este disco está en deuda con una joven que recientemente logró entrevistarlo allí. Lo encontró en una pequeña habitación empapelada con el diseño de enormes flores rosadas, considerablemente descoloridas. Había una cama grande y desordenada y un enorme baúl medio abierto. En una pared colgaba un mapa de Estados Unidos. Sobre una mesa junto a la puerta había un paquete de transferencias de tranvía cuidadosamente unidas con un elástico. Sobre una cómoda había dos fotografías, una (sorprendentemente) de Sidis como el niño genio, la otra una chica de rostro dulce con gafas con montura de concha y un elaborado saludo de Marcel. También había un escritorio con una pequeña y antigua máquina de escribir, un Almanaque Mundial , un diccionario, algunos libros de referencia y un libro de la biblioteca que el visitante del joven recogió en un momento dado. "Oh, vaya", dijo Sidis, "esa es sólo una de esas historias de delincuentes". Dirigió su atención hacia la pequeña máquina de escribir. "Puedes cogerlo con un dedo", dijo, y así lo hizo.
William Sidis, de treinta y nueve años, es un hombre corpulento y corpulento, con una mandíbula prominente, un cuello grueso y un bigote rojizo. Su cabello claro cae sobre su frente como lo hizo la noche que dio una conferencia a los profesores en Cambridge. Sus ojos tienen una expresión que varía desde la ingeniosa hasta la cautelosa. Cuando es cauteloso, tiene una especie de dignidad incongruente que de repente se rompe en el alegre abandono de un niño de vacaciones. Parece tener dificultades para encontrar las palabras adecuadas para expresarse, pero cuando lo hace, habla rápidamente, asiente bruscamente con la cabeza para enfatizar sus puntos, hace gestos con la mano izquierda y, de vez en cuando, emite una risa curiosa y jadeante. Parece disfrutar mucho e irónicamente de llevar una vida de irresponsabilidad errante después de una infancia de escrupulosa reglamentación. Su visitante encontró en él cierto encanto infantil.
Sidis trabaja ahora, como de costumbre, como empleado en una casa comercial. Dijo que nunca permanece mucho tiempo en una oficina porque sus empleadores y compañeros de trabajo pronto descubren que él es el famoso niño prodigio y que no puede tolerar un puesto después de eso. "La sola visión de una fórmula matemática me enferma físicamente", dijo. "Todo lo que quiero hacer es ejecutar una máquina sumadora, pero no me dejan en paz". Resultó que una vez le ofrecieron un trabajo en la Eastern Massachusetts Street Railway Company. Parece que los funcionarios creían con cariño que el joven mago de alguna manera sería capaz de resolver todos sus problemas técnicos. Cuando se presentó a trabajar, le presentaron un montón de planos, gráficos y documentos llenos de estadísticas. Uno de los funcionarios lo encontró una hora después llorando en medio de todo. Sidis le dijo al hombre que no podía soportar responsabilidades, ni pensamientos complejos, ni cálculos, excepto en una máquina de sumar. Tomó su sombrero y se fue.
Sidis tiene un nuevo interés que le absorbe actualmente más que los traslados en tranvía. Se trata del estudio de ciertos aspectos de la historia de los indios americanos. Da clases a media docena de estudiantes interesados una vez cada dos semanas. Se reúnen en su dormitorio y se acomodan en la cama y en el suelo para escuchar el intenso pero vacilante discurso del otrora prodigio. A Sidis le preocupa principalmente la tribu Okamakammessett, a la que describe como una especie de federación proletaria. Ha escrito algunos folletos sobre la tradición y la historia de Okamakammessett y, si se le solicita adecuadamente, recitará poesía de Okamakammessett e incluso cantará canciones de Okamakammessett. Admitió que su estudio de los Okamakammessetts fue una consecuencia de su interés por el socialismo. Cuando la joven mencionó la manifestación del Primero de Mayo de 1919, miró el retrato de la niña en su cómoda y dijo: "Ella estaba en ella. Era una de las fuerzas rebeldes". Él asintió vigorosamente con la cabeza, como complacido con esa frase: "Yo era el abanderado", prosiguió. "¿Y sabes qué era la bandera? Sólo un trozo de seda roja". Él soltó su risa curiosa. "Seda roja", repitió. No hizo ninguna referencia a la imagen que tenía de sí mismo en los días de su gran fama, pero su entrevistador supo más tarde que en una ocasión, cuando un alumno suyo le preguntó a quemarropa sobre su precocidad infantil e insistió en una demostración de sus habilidades matemáticas. Sidis logró con dificultad expulsarlo de la habitación.
Sidis reveló a su entrevistador que tiene otro trabajo en marcha: un tratado sobre las inundaciones. Le mostró la primera frase: "California ha adquirido considerable fama gracias a su supuesto clima". Parece que estuvo en California hace unos diez años durante sus andanzas. Su visitante se animó, por fin, a mencionar la predicción, hecha por el profesor Comstock del Instituto Tecnológico de Massachusetts allá por 1910, de que el niño que ese año daba una conferencia sobre la cuarta dimensión a una reunión de eruditos crecería hasta Sé un gran matemático, un líder famoso en el mundo de la ciencia. "Es extraño", dijo William James Sidis, con una sonrisa, "pero, ya sabes, nací el Día de los Inocentes".
―Jared L. Manley (James Thurber) 1
1 En Los años con Ross Thurber escribió: "Era uno de los '¿Dónde están ahora?' serie, para la cual hice la reescritura (Grossett & Dunlap, 1957, p. 210)". Pero Jared Manley era el seudónimo de Thurber. "Bernstein escribe: 'A principios de 1936, Thurber comenzó a escribir (en realidad a reescribir, ya que algunos de los mejores reporteros de The New Yorker, como Eugene Kinkead, estaban haciendo la investigación) una serie de perfiles breves y retrospectivos. Bernstein también revela que Jared L. Manley fue un nombre que Thurber improvisó cuando escribió su primer artículo sobre un viejo boxeador basado en las iniciales del boxeador John L. Sullivan y Manley basado en "el arte varonil de la autodefensa".'" — Privacidad, Información y Tecnología.
2 Norbert Weiner, que estaba en la reunión del club de matemáticas, escribió: "El joven Sidis, que entonces tenía once años, era obviamente un niño brillante e interesante. Su interés estaba principalmente en las matemáticas. Recuerdo bien el día en el Club de Matemáticas de Harvard en el que GC Evans, ahora jefe retirado del departamento de matemáticas de la Universidad de California y amigo de toda la vida de Sidis, patrocinó al niño en una charla sobre las figuras regulares de cuatro dimensiones. La charla habría dado crédito a un alumno de primera o segunda dimensión. estudiante de posgrado de cualquier edad, aunque todo el material que contenía era conocido en otros lugares y estaba disponible en la literatura. El tema me lo había hecho familiar EQ Adams, un compañero de mis días en Tufts. Estoy convencido de que Sidis no tenía acceso según las fuentes existentes, y que la charla representó el triunfo de los esfuerzos sin ayuda de un niño muy brillante ( Ex-Prodigy , Simon & Schuster, p. 131 - 132)".
4 Cfr. Siete mitos del fracaso por Dan Mahony: "Las investigaciones muestran que la mayoría de los niños prodigio llevan vidas productivas. Al igual que Sidis".
Reconociendo el gran valor de la teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson (de 1950), discrepamos en la actualidad del planteamiento de la etapa de la vejez a partir de los 65 años, dado el aumento significativo de la esperanza de vida en los países desarrollados.
Erik Erikson anticipa el concepto de generatividad, como "la preocupación por establecer y guiar a la siguiente generación", o la "capacidad de trascender los intereses personales para cuidar y preocuparse por las generaciones más jóvenes y mayores" o un "deseo interior de inmortalidad". Algo que se aplica incluso, yo allí lo escuché por primera vez, a ecosistemas tecnológicos como Android o IOS, desde que Jonathan Zittrain adoptó ese neologismo en 2006 .
Ello da lugar al retraso, afortunado, de la crisis existencial entre "Generatividad frente a Estancamiento" durante la nueva jubilación de quienes mantienen salud durante décadas una vez cumplidos los 60 años. El dilema esencial de "Integridad frente a desesperación", queda pospuesto hasta la 4ª edad, al menos. Pero con más detalle hablaremos en un próximo post. Por el momento, presentemos a Erik Eriksony sus ocho estadios de la vida.
Erik Erikson (interesante biografía) descubrió las ocho edades quetodo ser humano atraviesa con sus correspondientes crisis y duelos importantes que marcan su carácter durante toda su vida. Gracias a ello, se conduce la evolución y el progreso personal. En cada fase se alcanza una serie de competencias.
Si en cada una de las etapas de la vida la persona ha logrado la competencia correspondiente, se experimentará una sensación de dominio que Erikson conceptualiza como fuerza del ego.
Haber adquirido la competencia ayuda a resolver las metas que se presentarán durante la siguiente etapa vital.
Cada etapa implica un conflicto cuya resolución ayuda al desarrollo individual y crecimiento psicológico. También podemos encontrar un gran potencial para el fracaso, si no se supera el desafío de esa etapa vital.
Sorprende cómo se van logrando las fuerzas básicas de la personalidad de cada individuo, en un cierto grado, al tiempo que se instauran así mismo las antipatías o patologías en un cierto grado: Esperanza / Retraimiento, Voluntad / Compulsión, Finalidad / Inhibición, Competencia / Inercia, Fidelidad / Repudio, Amor / Exclusividad, Cuidado / Rechazo y Sabiduría / Desdén.
Estos son los 8 estadios psicosociales, con sus relaciones, capacidades y carencias acumuladas:
1. Confianza vs Desconfianza. Este estadio transcurre desde el nacimiento hasta los dieciocho meses de vida, y depende de la relación o vínculo que se haya creado con la madre.
La relación con la madre determinará los futuros vínculos que se establecerán con las personas a lo largo de su vida. Es la sensación de confianza, vulnerabilidad, frustración, satisfacción, seguridad… la que puede determinar la calidad de las relaciones.
2. Autonomía vs Vergüenza y duda. Este estadio empieza desde los 18 meses hasta los 3 años de vida del niño.
Durante este estadio el niño emprende su desarrollo cognitivo y muscular, cuando comienza a controlar y ejercitar los músculos que se relacionan con las excreciones corporales. Este proceso de aprendizaje puede conducir a momentos de dudas y de vergüenza. Asimismo, los logros en esta etapa desencadenan sensación de autonomía y de sentirse como un cuerpo independiente.
3. Iniciativa vs Culpa. Este estadio viaja desde los 3 hasta los 5 años de edad.
El niño empieza a desarrollarse muy rápido, tanto física como intelectualmente. Crece su interés por relacionarse con otros niños, poniendo a prueba sus habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad y es positivo motivarles para desarrollarse creativamente.
En caso de que los padres reaccionen de negativamente a las preguntas de los niños o a la iniciativa de éstos, es probable que les genere sensación de culpabilidad.
4. Laboriosidad vs Inferioridad. Este estadio se produce entre los 6-7 años hasta los 12 años.
Los niños muestran un interés genuino por el funcionamiento de las cosas e intentan llevar a cabo muchas actividades por sí mismos, con su propio esfuerzo y poniendo en uso sus conocimientos y habilidades. Por esa razón es tan importante la estimulación positiva que pueda ofrecerle la escuela, en casa o por el grupo de iguales. Éste último comienza a adquirir una relevancia trascendental para ellos.
En el caso de que esto no sea bien acogido o sus fracasos motiven las comparaciones con otros, el niño puede desarrollar cierta sensación de inferioridad que le hará sentirse inseguro frente a los demás.
5. Exploración de la Identidad vs Difusión de Identidad. Este estadio tiene lugar durante la adolescencia. En esta etapa, una pregunta se formula de forma insistente: ¿Quién soy?
Los adolescentes empiezan a mostrarse más independientes y a tomar distancia de los padres. Prefieren pasar más tiempo con sus amigos y comienzan a pensar en el futuro y a decidir qué quieren estudiar, en qué trabajar, dónde vivir,...
La exploración de sus propias posibilidades se produce en esta etapa. Comienzan a apuntalar su propia identidad basándose en el las experiencias vividas. Esta búsqueda va a causar que en múltiples ocasiones se sientan confusos acerca de su propia identidad.
6. Intimidad frente al Aislamiento. Este estadio comprende desde los 20 años hasta los 40, aproximadamente.
La forma de relacionarse con otras personas se modifica, el individuo empieza a priorizar relaciones más íntimas que ofrezcan y requieran de un compromiso recíproco, una intimidad que genere una sensación de seguridad, de compañía, de confianza.
Si se evade este tipo de intimidad, uno puede estar rozando la soledad o el aislamiento, situación que puede acabar en depresión.
7. Generatividad frente al Estancamiento. Este estadio transcurre entre los 40 hasta los 60 años.
Es un lapso de la vida en el que la persona dedica su tiempo a su familia. Se prioriza la búsqueda de equilibrio entre la productividad y el estancamiento; una productividad que está vinculada al futuro, al porvenir de los suyos y de las próximas generaciones, es la búsqueda de sentirse necesitado por los demás, ser y sentirse útil.
El estancamiento es esa pregunta que se hace el individuo: ¿Qué es lo que hago aquí si no sirve para nada?; se siente estancado y no logra canalizar su esfuerzo para poder ofrecer algo a los suyos o al mundo.
8. Integridad del yo frente a la Desesperación. Este estadio se produce desde los 60 años hasta la muerte.
Es un momento en el que el individuo deja de ser productivo, o al menos no produce tanto como era capaz anteriormente. Una etapa en la que la vida y la forma de vivir se ven alteradas totalmente, los amigos y familiares fallecen, uno tiene que afrontar los duelos que causa la vejez, tanto en el propio cuerpo como en el de los demás.
Pocas fórmulas de la psicología son tan eficaces como ésta de Erikson para entender cuánto hemos desarrollado en cada persona la esperanza y confianza en la primera infancia hasta los 18 meses (hope), el deseo y la autonomía (will) en la infancia hasta los 3 años, la iniciativa y el propósito (purpose) hasta los 5 años, la laboriosidad y la competencia (competency) hasta los 13 años, la identidad y la fidelidad (fidelity) en la adolescencia hasta los 21 años, las relaciones personales íntimas y el amor (love) hasta los 39 años, la generatividad y el legado (care) hasta los 65 años o más y, finalmente, la sabiduría y la integridad del yo o plenitud (wisdom).
Las ocho preguntas clave en el desarrollo psicosocial de Erik Erkson:
Can I trust others? / ¿Puedo confiar en los demás?
Am I independent? / ¿Soy independiente?
Can I do what I want? / ¿Puedo hacer lo que quiero?
Am I capable o competent? / ¿Soy capaz o competente?
Do I know who I am? / ¿Sé quién soy?
Do I have close relationships? / ¿Mantengo relaciones cercanas?
Have I made a difference to others? / ¿He cambiado algo el mundo para los demás?
Has my life been meaningful? / ¿Ha tenido sentido mi vida?
Precios imbatibles de Tesla, sin competencia alguna, especialmente del Model 3.
Han sido muchos años de autocomplacencia de la industria automovilística europea, con el mismo efecto Kodak o Nokia. Dicha ausencia de respuesta ante el proceso imparable de electrificación de los vehículos ha llevado a las grandes corporaciones europeas a un dislate de falta de visión histórica. Marcas que fueron líderes mundiales, como el grupo Volkswageny prácticamente todos los europeos y norteamericanos (con excepción de Tesla), han tratado de detener la superioridad tecnológica de los Vehículos Eléctricos a Batería (BEV) en una farsa que tiene los días contados.
Con ayuda de la "prensa", tanto generalista como "especializada", vendida y convertida en fraudulenta publicidad de lo obsoleto, sigue vertiendo todo tipo de señuelos para confundir a los potenciales compradores actuales de vehículos ligeros, con distracciones como la pila de hidrógeno, los e-fuels,... o los híbridos (enchufables o no).
El resultado ya no se puede ocultar. En este momento, los vehículos eléctricos de estas marcas que siguieron la táctica del avestruz, son -simplemente- no competitivos con sus equivalentes de China o con Tesla, que marcó un cambio de paradigma que no quisieron aceptar.
Es ridículo comparar, por ejemplo, un Volkswagen ID.3 con un Tesla Model 3 RWD, ambos de propulsión (que no tracción) trasera. Es un insulto a la inteligencia, si está debidamente informada, el hecho incontestable de que el ID.3es más caro que el Model 3 RWD. Lo único que tienen en común, aparte de ser eléctricos puros BEVy de propulsión trasera, es que ambos pueden estar fabricados en China. El ID.3 en Europa procede de Zwickau y Dresden (Alemania) y el Tesla también puede provenir de otras de sus gigafactorías.
El Model 3 RWDsupera al ID.3en todo lo demás, con una ventaja abrumadora: Un software, la pieza más relevante de un vehículo moderno, tiene una década de superioridad; la red de recarga en itinerancia de los SuC por doquier; la eficiencia energética es notablemente mejor; la integración de componentes; su tamaño, segmento,... y hasta en precio y facilidades de financiación. Únicamente con un precio que fuese la tercera parte del actual en Europa, unos 15.000€ como es en China, el ID.3podría admitir alguna posibilidad de comparación.
El patético resultado es que Volkswagense atreve a decir, ante esa "prensa claudicante", que en Europa no hay "demanda suficiente de Vehículos Eléctricos",... Por supuesto que la hay, pero no para productos que ya nacieron caducos desde las sucesivas plataformas (arquitecturas MEB, creada para el ID3, MEB+, SSP,...), que tardíamente fueron implementando casi al mismo ritmo de cambio de sus CEO que no atinaban a ver lo que cualquier usuario de AUVEsabía con claridad hace muchos años,...
Resultado, reacción a la desesperada: Hace pocas horas se ha anunciado que Volkswageninvertirá unos 629 millones de euros en el fabricante chino Xpeng, así como que Audi refuerza su acuerdo con Saic. Tarde, pero quizá sea el único camino que no conduzca al fracaso total. Algo que debiera preocuparnos a quienes deseamos que Europa sea un continente competitivo.
Ratificaciones posteriores de la misma realidad, en tuits como el siguiente:
A specked-out ID.3 is not anywhere near of what a Model 3 offers but the price in Germany is €13k higher
La primera sugerencia puede sorprender a potenciales compradores de cualquier vehículo: No hace falta, como primer paso, que vayan a un concesionario. Simplemente asómense a las tiendas de APPs en Google Play de Android o en APP Store de Apple para ver la aplicación de el vehículo que puede ser de su interés. Es la mejor referencia de la calidad comparativa de ese modelo y marca. Puede parecer absurdo, pero es un convencimiento largamente gestado y del que anticipamos algo en Mobility Center de Zaragoza hace unos pocos meses.
En la actualidad, al comparar marcas (o modelos) de vehículos, ha llegado el momento de comenzar por el análisis del software que anima al vehículo. El software es su "pieza" más vital, mucho más determinante que las habituales características de lo relativo al hardware (potencia, recarga, autonomía,...). Esas medidas son variables en función del software que las dinamice.
El ranking de marcas (incluso su cotización bursátil) se jerarquiza casi linealmente por la importancia que otorgan al software, tanto al de interacción con el usuario, como entre los componentes del vehículo o con las redes externas de recarga. Ya no pesa tanto la tradición o calidad en el hardware del motor, de la carrocería o de la tapicería; hoy día lo esencial es sentir toda la potencialidad de un vehículo en sus constantes actualizaciones, en que esté permanentemente conectado con nosotros, o en formar parte de nuestra identidad no solamente al conducirlo (o ser conducidos), sino en todo momento.
Tesla es la primera marca que advirtió esta realidad, porque Tesla es una marca de software (con el que obtiene casi un 25% de los beneficios de su ingente mercado). A pesar de haber nacido hace apenas 20 años (en 2003) y de haber comercializado un primer vehículo en 2008, Tesla está diseñando sus automóviles eléctricos con la singularidad de crearlos desde una arquitectura de software innovadora, algo que asegura su éxito por la ventaja competitiva que supone.
En Tesla están obsesionados con su software y aprovechan estratégicamente el software de código abierto disponible para distinguir la funcionalidad de la empresa. De hecho, cada pocas semanas, Tesla publica actualizaciones que agregan características y capacidades notables. En pocas palabras, la estrategia fundamental y ganadora de Tesla es diferenciar su automóvil a través de un software vanguardista sin parangón.
Otros fabricantes, con siglos de historia predigital aún no lo han entendido, y siguen simplemente sustituyendo motores de combustión interna por motores eléctricos. Cierto que con ello logran arrinconar vehículos sucios, ruidosos, contaminantes y complejos, evitando males irreversibles para la humanidad y el planeta, pero no han entendido nada del proceso. A esos dirigentes habríamos de gritarles todos los usuarios: ¡Es el software, estúpido!
Esa es la genialidad de Elon Musk, un físico y no un ingeniero de motores, un informático y emprendedor único y un polímata del siglo XXI. Los fabricantes de automóviles tradicionales deben darse cuenta de que su supervivencia a largo plazo requiere comprender que "es el software, estúpido". Los primeros competidores que surgieron frente a Tesla recordaban a engendros históricos como el sonado fracaso del Ford Edsel a finales de los años 50.
Este post es el primero de una serie que comienza hoy mismo, martes 27-6-2023, dos semanas después del relevo y tras la última videoconferencia ha concluido el traspaso de poderes en AUVE. Con ello se abre una nueva etapa como expresidente de AUVE, donde opinemos con la libertad propia de un usuario de VE con algunos aprendizajes adquiridos. Publicaremos con mayor claridad (y subjetividad, posiblemente), siempre con el objetivo de ayudar a usuarios presentes y futuros de Vehículos Eléctricos.
Es oportuno cuando vivimos una nueva campaña electoral en España el 23J, tras apenas unos pocos meses de la anterior el 28M, y donde todavía se confunde al electorado hablando de todo menos de lo importante. La nostalgia nos conduce -otra vez- a la campaña presidencial estadounidense de 1992, cuando Bill Clinton se concentró en lo esencial -aún más entonces, con una economía norteamericana estancada- y espetó aquel sucinto, "Es la economía, estúpido". El mensaje resonó ante las urnas, y le permitió ganar el primero de sus dos mandatos.
Hoy hemos aparecido la familia Agirregabiria de la Sen en el Teleberri, tras unas grabaciones que les envió Aitor y otras que me hicieron en los días precedentes. En la edición bien condensada que ha hecho ETB, no cabía contar la curiosa circunstancia de que Aitor lleva casi dos años trabajando y residiendo en Rochester (New York), ciudad que es la sede de Kodak.
Pero destaca su carácter pionero al poderse relacionar con Google Street View que se creó en mayo de 2007 y solamente para cinco ciudades: San Francisco, Las Vegas, Denver, Miami y New York City. Por Getxo no pasaría hasta 2011, por lo que Getxowebse adelantó a Google en 15 años en este municipio.
Kodak es una sorprendente compañía, fundada en 1892, que se llama Eastman Kodak Company, aunque popularmente se conozca solo como Kodak. Desde sus inicios se centraron en el diseño, producción y comercialización de equipamiento fotográfico. Llegó a hacerse líder mundial por sus películas fotográficas.
El nombre completo se debe a George Eastman, un gran inventor de biografía curiosa que dio paso a esta compañía como la conocemos actualmente. La palabra Kodakfue creada por él y por su madre. La letra K era la favorita de Eastman, y el resto de letras la hacía corta y fácil de pronunciar en casi cualquier idioma. Su primer éxito fueron sus carretes de papel de 1888, sustituyendo a las placas de cristal que se empleaban en fotografía hasta la fecha.
La primera cámara digital de fotos de la historia la inventó el ingeniero Steve Sasson mientras trabajaba en la compañía norteamericana Kodak.
La cámara era algo tosca, con unas dimensiones algo grandes y un aspecto que poco tiene que ver con las actuales cámaras digitales compactas. Tampoco en sus características técnicas era sorprendente, pero supuso toda una revolución en el mundo de la fotografía de esta época.
El aparatoso dispositivo de Kodak tenía el tamaño de una tostadora doméstica, y pesaba unos 3.6 kg, por lo que no te la podías llevar fácilmente en un pequeño bolso como las de ahora. Pero la tecnología de la época tampoco estaba tan madura y avanzada como la actual para hacer dispositivos más reducidos.
En cuanto a su sensor, era un sensor digital de 0.01 MP (megapíxeles), es decir, de una calidad muy inferior a los actuales sensores CMOS. Y ni siquiera era capaz de tomar imágenes en color, solo en blanco y negro. Además de eso, tampoco brillaba por su rapidez, ya que se tomaba 23 segundos en grabar una foto.
Sus detalles técnicos no sorprenden a día de hoy, pero su construcción fue todo un reto en la época.
El propio Steve Sasson tuvo que utilizar una lente de una cámara de vídeo Super 8 de las antiguas y como soporte de grabación una cinta de cassette. Aún faltaban algunos años para la llegada del ordenador personal o PC, no todos contaban con una computadora en la época para poder manipular las imágenes captadas por esta Kodak. Por eso, Steve pensó en usar las cintas de cassette para ver las fotos en los televisores de la época. Las computadoras en esta época eran caras y relegadas solo a grandes corporaciones, por tanto, no eran una opción.
A pesar de que llegó en 1975, Kodak no registraría la patente hasta 1978. Entonces se transformó de forma oficial y legal en la primera cámara de fotos digital del mundo.
Hasta aquí parece una historia normal de cualquier otro invento. Pero lo cierto es que este invento terminaría siendo un auténtico dolor de cabeza para la compañía, más que una bendición.
Su propio invento se volvería en contra de Kodak y sería un caso paradigmático de fracaso de una empresa líder mundial en su momento.
El motivo fue que Kodak no consideró una opción la fotografía digital, y siguió apostando sus recursos a la fotografía analógica hasta bien entrados los años 90. Para entonces, la compañía americana se había quedado muy atrás en comparación con la competencia que ya habían puesto muchos modelos de éxito en el mercado de cámaras digitales. Kodak se daría cuenta tarde de que la apuesta acertada eran las cámaras digitales, y lo que sería un invento pionero en el que deberían haber llevado ventaja fue el problema que los llevó a abandonar parte de su negocio en 2012.
El pionero de la informática doméstica Sir Clive Sinclair ha muerto ayer, 16 de septiembre de 2021, a los 81 años. Sir Clive lanzó la ZX80 en 1980, la primera computadora de consumo asequible que costaba menos de £ 100.
El mundo de la informática doméstica está de luto por la pérdida del pionero Sir Clive Sinclair.
Su hija Belinda Sinclair le dijo a The Guardian que el pionero de la calculadora de bolsillo y el cerebro detrás de las computadoras hogareñas Spectrum fallecieron en su casa en Londres ayer.
La compañía del emprendedor lanzó los modelos ZX en una década en la que el uso de computadoras personales comenzó a crecer en el Reino Unido, y Sinclair se convirtió en la primera compañía del mundo en vender más de un millón de computadoras, catapultando a Sir Clive Sinclair a un nombre familiar.
La Sra. Sinclair le dijo a la BBC que su padre tenía cáncer durante más de una década y que todavía estaba trabajando en inventos hasta la semana pasada "porque eso era lo que le encantaba hacer".
"Era inventivo e imaginativo y para él fue emocionante y una aventura, fue su pasión", agregó.
El magnate de los negocios Lord Sugar, que lanzó sus propias computadoras en la década de 1980 bajo su marca Amstrad, rindió homenaje a su "buen amigo y competidor" en Twitter, escribiendo: "El tipo al que pateó comenzó la electrónica de consumo en el Reino Unido con sus kits de amplificación en ese entonces calculadoras, mira mini TV y, por supuesto, el Sinclair ZX. Sin olvidar su peculiar coche eléctrico. RIP Friend .
El profesor de radiodifusión Brian Cox dijo: "¡La ZX81 fue mi introducción a la informática y me encantó! Comencé con una versión de 1k y finalmente ahorré para un paquete de RAMde 16k, ¡gracias Clive!"
El director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, en respuesta a un artículo tuiteado en el que se llamaba a Sir Clive el padre del ZX Spectrum, escribió: "RIP, Sir Sinclair. Me encantaba esa computadora".
Mientras tanto, el presentador de televisión James May tuiteó: "Al menos Clive Sinclair vivió lo suficiente para ver que tenía razón en muchas cosas".
Nuestro Sinclair ZX-81 que mantenemos como una joya, en perfecto estado de funcionamiento.
Hombre de intereses diversos, los proyectos de Sir Clive Sinclair lo vieron explorar nuevas tecnologías en los mundos de la televisión y los automóviles.
Una iniciativa fue el vehículo Sinclair C5, un triciclo eléctrico anunciado como el futuro del transporte ecológico, pero que resultó ser un fracaso costoso.
"Fueron las ideas, el desafío, lo que le pareció emocionante", dijo la Sra. Sinclair a The Guardian.
Sir Clive Sinclair dejó la escuela a los 17 años y se convirtió en periodista técnico en la redacción de manuales especializados.
A los 22 años, formó Sinclair Radionics, su primera empresa, que fabricaba equipos de radio para pedidos por correo, incluida la radio de transistores más pequeña del mundo.
Fue con otra empresa, Sinclair Research, que encontró el éxito en la informática doméstica al enfrentarse a la competencia internacional.
La computadora Sinclair ZX-81 lanzada en 1981 vendió medio millón y fue seguida por modelos más potentes en años posteriores.
El director de cine Edgar Wright también se tomó el tiempo para rendir homenaje a los logros informáticos de Sir Clive.
"Para alguien cuyos primeros atisbos de un mundo nuevo y feliz fueron los gráficos terroríficos de 3D Monster Maze en la ZX81, me gustaría saludar al pionero de la tecnología Sir Clive Sinclair", escribió en Twitter.
El exlíder adjunto del Partido Laborista, Tom Watson, tuiteó: "Este hombre cambió el curso de mi vida.
"Y podría decirse que la era digital para nosotros en el Reino Unido comenzó con el Sinclair ZX80, cuando miles de niños aprendieron a codificar usando 1k de RAM. Para nosotros, el Spectrum era como un Rolls Royce con 48k".
El éxito le seguiría en los años venideros hasta su primer gran tropiezo, que al mismo tiempo le costaría la venta de su negocio. El Sinclair C5 era un triciclo de propia invención motorizado por una batería eléctrica. Esperaba vender al menos 100.000 unidades en su primer año. Sin embargo, no logró cuajar en el mercado. Muchas voces discordantes apuntaban a la inseguridad de conducirlo al estar en altura por debajo del resto de vehículos. Amstrad adquirió la propiedad de su sector de ordenadores.
Otra de las decepciones comerciales llegó con el Sinclair TV80, que hacía las veces de televisión portátil de bolsillo. Un invento fascinante que tampoco logró todo el éxito esperado. Sir Clive Sinclair fue galardonado con el título de caballero en los honores del cumpleaños de la reina de 1983.