Ayer,
Francesco Tonucci nos invitó a releer, difundir y aplicar la
Convención sobre los Derechos del Niño (léase infancia, o niñas y niños), adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 44/25, de 20 de noviembre de 1989. Su entrada en vigor fue el 2 de septiembre de 1990, de conformidad con el artículo 49.
De
su declaración con 54 artículos recogemos -en su literalidad- algunos epígrafes esenciales y, quizá, olvidados, para exigir su respeto absoluto en nuestra cotidiana vivencia educativa desde la perspectiva que nos corresponda (alumnado, familias, profesorado, administración,...):
Artículo 3. 1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
Artículo 12.
1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio
el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño...
Artículo 13. 1. El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño.
Artículo 31.
1. Los Estados Partes reconocen
el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.
Artículo 31. 2. Los Estados Partes respetarán y promoverán
el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.
Desde
Sarezkuntza trataremos que la sabiduría y la perspectiva
infantil guíen todo el proceso donde el alumnado y su aprendizaje son los máximos protagonistas, respetando y apoyándonos en el derecho de niñas y niños al
juego, a la
libre expresión y a su
plena participación en la vida cultural y artística.