

Atención con el Seguro #AXA @AXASegurosEs: Con el siniestro número 9704400387 nuestro #Tesla Model 3 que fue recogido en Alicante para ir al Service Center de Valencia, lleva 6 días bajo el sol de… Murcia en un depósito temporal. Y dicen que tardarán otros 3 días en… pic.twitter.com/JYKS5f1BAa
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) July 14, 2025
Finalmente, @AXASegurosEs, hoy miércoles 16-7-27 a las 10.00 am tras 10 días naturales (8 días laborables) ha transportado nuestro TESLA al Service Center de Valencia. Inmediatamente, se han puesto a repararlo de esa avería interna. #AXA, 0 - #TESLA, 10.
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) July 16, 2025
La gestión de AXA… pic.twitter.com/nZJLHdvy8f
Estimados amigos del Service Center #Tesla de la Eliana #Valencia (CC @Tesla @ElonMusk): Después de 13 días sin nuestro Model 3 de 2019, culpa de @AxaSegurosEs fundamentalmente, en unas horas emprenderemos un viaje en taxi de 250 km, casi 3 horas y 350€ para recoger nuestro… pic.twitter.com/ZnZ6UaIsks
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) July 17, 2025
El fenómeno digital del arte de un niño que baila al frente de las embarcaciones de remo en Indonesia es una muestra fascinante de cómo las tradiciones locales pueden viralizarse globalmente gracias a las redes sociales. Se trata de una práctica cultural profundamente arraigada en ciertas regiones de Indonesia, que en los últimos años ha cobrado una nueva dimensión como fenómeno viral en plataformas como TikTok o Instagram. Vamos a explicarlo con rigor, pero también con el encanto que merece.
Este fenómeno del niño que baila en las carreras de remo es una tradición fluvial transformada en espectáculo viral. En muchas zonas de Indonesia —especialmente en Papúa y otras islas del este— se celebran carreras tradicionales de embarcaciones de remo llamadas perahu dayung, en las que compiten largas canoas tripuladas por decenas de remeros. Al frente de estas embarcaciones, de pie sobre la proa, un niño baila de forma rítmica y enérgica mientras el bote avanza a toda velocidad.
¿Por qué baila el niño en este Boat Aura Farming? Una mezcla de ánimo, ritmo y tradición. El niño no está ahí por simple espectáculo. Su función original tiene varios sentidos: 1º Marcar el ritmo a los remeros, como una especie de metrónomo humano con movimientos corporales. 2º Levantar el ánimo y el espíritu competitivo de la tripulación y del público. 3º Honrar a los antepasados o los espíritus del río, en algunos casos. 4º Mostrar destreza y valentía, pues se requiere equilibrio, energía y carisma para bailar sobre una embarcación en movimiento.
Con la llegada de los móviles y las redes sociales, estos bailes se empezaron a grabar y compartir… hasta convertirse en fenómeno global. Algunos vídeos superan los millones de visualizaciones, y no es raro verlos en cuentas de TikTok, reels de Instagram o recopilatorios en YouTube. La mezcla de elementos —un niño carismático, un baile contagioso, una canoa deslizándose por el agua y el entusiasmo del público— crea un efecto hipnótico y profundamente emotivo.
En muchos casos, los usuarios celebran la autenticidad, la alegría y la belleza de una tradición viva. Para otros, el niño se convierte casi en un meme viviente o en símbolo de “energía positiva”. Algunas voces señalan que el fenómeno puede empoderar a las comunidades y dar visibilidad a sus tradiciones. Otros temen una simplificación o mercantilización cultural.
@aprendiendoddtodo ¿Quién es el niño indonesio que farmea aura bailando en un bote y por qué todos en Internet están obsesionados con él? Te cuento la historia completa del viral del momento desde el origen del video en el festival Pacu Jalur en Indonesia, hasta cómo explotó en redes en junio de 2025 con millones de vistas gracias a una simple pero increíble coreografía sobre un bote. Descubre cómo un niño vestido de negro, bailando sobre la proa mientras guía a su equipo, se convirtió en una leyenda viral, un símbolo de carisma, tradición y flow. Te explico el contexto cultural, el motivo de su viralidad, quién lo subió primero y cómo terminó siendo llamado el "emote del verano". Si estás viendo memes con la canción "Young Black & Rich" de Melly Mike, edits de gente bailando sobre botes o el famoso "Aura Farming Indonesian Boat Racing Kid" y no entiendes nada... este video es lo que necesitas. #AuraFarming #PacuJalur#aura #boatkid #baile #memestiktok #virał #fyp #investigacion ♬ sonido original - aprendiendoDDtodo
@satisfying..simulations top 5 indonesian boat aura farmers #aurafarming #aura #indonesianboat #indonesian #pacujalur ♬ original sound - simulations
Como prometimos recientemente hoy escribimos un homenaje a Joan Didion (1934–2021). Fue una de las grandes maestras de la prosa norteamericana del siglo XX y comienzos del XXI. Nacida en Sacramento, California, creció en un ambiente marcado por las tradiciones pioneras y la luz implacable del Oeste americano, un paisaje moral y físico que impregnó gran parte de su obra.
Precoz escritora desde los cinco años, fue Licenciada en la Universidad de California, Berkeley. Joan Didion comenzó su carrera como redactora en Vogue en los años sesenta. Fue allí donde perfeccionó un estilo único, preciso como un bisturí, capaz de diseccionar con fría lucidez las tensiones y fracturas de la cultura estadounidense.
Periodista, ensayista, novelista y memorialista, Didion destacó como figura señera del nuevo periodismo, ese movimiento que rompió las fronteras entre el reportaje, la crónica y la literatura. Su escritura combina una mirada casi clínica con una sensibilidad doliente, revelando las grietas bajo la superficie del sueño americano.
Joan Didion fue también testigo lúcida y desgarrada de la dimensión más íntima del dolor. En sus libros de memorias, abordó sin concesiones la experiencia del duelo, el amor conyugal y la fragilidad de la vida, conquistando a nuevas generaciones de lectores con su honestidad brutal y su belleza implacable. Falleció en 2021 en Nueva York, dejando una obra que sigue iluminando las sombras de nuestra época.
Las Principales obras de Joan Didion según formatos de periodismo, memoria y ficción.
Joan Didion no fue solo una gran cronista de su tiempo. Fue, ante todo, una exploradora de la incertidumbre, de la fragilidad humana ante la muerte, el amor, la política y el mito del progreso. Su estilo —económico, luminoso y devastador— transformó el periodismo y la narrativa contemporánea. Su obra sigue siendo un espejo incómodo pero necesario, que nos obliga a mirar de frente el coste de nuestras ficciones colectivas y personales. ‘El agua estaba quieta y no sabíamos nadar’: el legado de Joan Didion, anatomista del colapso”
Joan #Didion en el diván https://t.co/g5UXEmx35s vía @el_pais
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) July 12, 2025
“Te falta una sola persona, y el mundo entero está vacío”.
— Esteban López (@logoes2012) July 26, 2023
- Joan #Didion (1934-2021), escritora y periodista estadounidense.https://t.co/gqW8k4CfBc pic.twitter.com/71z8dwGF2b
Hay días, sobre todo en un verano de AlicanTerapia (más posts), que parecen repetirse con un ritmo tan previsible que casi podríamos recitarlos de memoria: levantarse temprano, antes andar ahora nadar unos largos en la piscina, escribir unas páginas, conversar y aprender con amistades de todas las edades y disfrutar de la naturaleza y del entorno.
Lejos de ser un signo de monotonía, la rutina es un espacio de cultivo. Como dijo Gustave Flaubert: «Sé regular y ordenado en tu vida para ser vehemente y original en tu obra».
La rutina nos da la estructura sobre la que construimos. La piscina, por ejemplo, no es solo ejercicio: es una forma de meditación en movimiento. El agua obliga a un diálogo interior. Al nadar, uno se encuentra con su respiración, sus pensamientos, y el ritmo cadencioso calma la mente y abre espacio a la creatividad. He resuelto más problemas en el silencio líquido de una piscina que en muchas tormentas de ideas.
Luego está la escritura diaria. No siempre se escribe bien, algunos casi nunca lo hacemos, pero siempre se entrena la mirada. La costumbre de sentarse ante la página vacía enseña humildad: hay días fecundos y otros baldíos, pero la rutina hace el trabajo. La gran escritora Joan Didion, a la que pronto dedicaremos un post, apuntó: «Escribo para saber lo que pienso».
Por último, las conversaciones con vecinos y amigos, de aquí y de allá, de niños a abuelos. Algunos ven en ellas una distracción; para mí son parte esencial de la rutina. Son laboratorios de ideas, espacios donde uno se expone a lo que no sabe. Nada reemplaza una buena charla, con risas o con silencios compartidos, para sentir que la vida tiene textura.
La rutina no es prisión. Es un andamiaje. Gracias a ella podemos explorar lo incierto sin miedo de perdernos. O como decía Séneca: «La vida sin un plan es errar al azar».
Así, cada día que parece igual es, en el fondo, diferente. Porque somos diferentes después de cada brazada, de cada frase escrita, de cada conversación. Y esa es la magia de la rutina bien elegida: nos mejora. Añade a la rutina diaria un poco de lectura, otra dosis de aprendizaje y un montón de amor. Así será más feliz.
"Nada sucede dos veces
— literland (@literlandweb1) July 23, 2024
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.
En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano..."
Wislawa Szymborska pic.twitter.com/cHuqW7AKPW
Sin embargo, la historia se centra especialmente en Jude St. Francis, cuya infancia estuvo marcada por traumas extremos, incluidos abuso sexual, auto‑lesiones y enfermedades crónicas. A pesar de su brillante carrera como abogado, Jude arrastra un dolor profundo que se manifiesta en su modo de relacionarse y vivir.
Tan poca vida es una novela poderosa y profundamente emotiva que indaga en los límites del sufrimiento y la importancia del apoyo emocional. Ha dejado huella en muchos lectores, aunque puede no ser adecuada para todos debido a su contenido muy explícito y emocionalmente difícil.
La novela explora temas oscuros y universales como el sufrimiento humano, la empatía, el valor de la amistad, la culpa, la identidad y el precio emocional de la existencia. Está escrita con un estilo intenso, detallado y, por momentos, brutalmente honesto.
Las reacciones de los lectores están muy divididas, con críticas sobre su extensión:
- “Es un buen libro, pero bastante crudo. Toca temas sensibles… te deja con una sensación de agobio.”
- “No lo recomendaría a alguien con TEPT, autolesiones o abuso sexual… no es un libro para todos.”
- “Le sobran unas 400 o 500 páginas, se vuelve intolerable tanta descripción del sufrimiento de Jude…”
Hanya Yanagihara nació en 1974 en Los Ángeles y creció en Hawái. Estudió en Punahou School y obtuvo su título en Smith College en 1995. Trabajó como publicista y en editorial Condé Nast Traveler, y desde 2017 es directora de T, el suplemento de The New York Times. Su primera novela fue The People in the Trees (2013), reconocida por la crítica. En marzo de 2015 publicó A Little Life (Tan poca vida), que fue finalista de varios premios prestigiosos —como el Man Booker Prize y el National Book Award— y ganó el Kirkus Prize de ficción.
Desde su lanzamiento, Tan poca vida ha vendido más de un millón y medio de ejemplares en inglés, generando debates polarizados: fue alabada por ser “emocionalmente devastadora” pero también criticada por su tono excesivamente doloroso. En 2022 publicó su tercera novela, To Paradise, ambientada en diferentes épocas en Washington Square.
Algunas Citas destacadas:
- “Él era el secreto de todos. El secreto más triste.”
- “No quiero saber cómo soy. No quiero conocerme.”
- “El problema no es que me odie. El problema es que me odio de una forma que no puedes imaginar.”
- “Para eso están los amigos, pensaba: para sostenerte cuando no puedes sostenerte solo.”
- “Todo en su vida se reducía a este miedo: que el amor no fuera suficiente.”
- “Podía soportar casi cualquier cosa, salvo la bondad.”
- “Él no creía en la felicidad. Solo en la resistencia.”
- “Era su mejor amigo, su única familia. Su hogar.”
- “Había aprendido que la esperanza era un crimen por el que siempre pagabas.”
La era del capitalismo de vigilancia (The Age of Surveillance Capitalism: The Fight for a Human Future at the New Frontier of Power) de Shoshana Zuboff, fue publicado en inglés en 2019, si bien las ediciones en español y otras lenguas suelen ser de 2020. The Age of Surveillance Capitalism denuncia cómo grandes tecnológicas convierten nuestros datos personales en materia prima para predecir y controlar comportamientos. Zuboff advierte que este modelo amenaza la libertad, la democracia y la autonomía humana.
Shoshana Zuboff sostiene que hemos entrado en una nueva fase del capitalismo, que ya no se limita a explotar recursos naturales o trabajo humano, sino que expropia datos personales y comportamientos humanos para predecirlos y manipularlos en beneficio comercial. A este modelo lo llama capitalismo de la vigilancia (surveillance capitalism).
Hoy #LaRePregunta #ElEspecial Shoshana Zuboff, autora de « La era del capitalismo de vigilancia ». De Big Brother a Pokemon Go. Fábricas computacionales. Humanos como materia prima. Y el filósofo Javier Gomá, dignidad vs felicidad y la dignidad de las minorías. 16hs Los espero 😊 pic.twitter.com/MCaOZWQZyX
— Luciana Vázquez 🧡 (@vazquezluciana) July 11, 2020
Vivimos un momento histórico inquietante. Por todo el mundo surgen movimientos ultranacionalistas y autoritarios que, sin remedar del todo los uniformes del siglo XX, retoman su retórica: odio al diferente, desprecio por el pluralismo, culto al líder mesiánico y autócrata. A este resurgir del fascismo —llamémoslo “neofascismo o tecnofeudalismo” — se le suma hoy un aliado inesperado y poderoso, la tecnología.
Frente a este panorama, la pregunta es tan urgente como incómoda: ¿Está la educación a tiempo de evitar que nuestra democracia se hunda en un futuro despótico? Creo que la respuesta es sí, pero con condiciones.
El filósofo Jason Stanley advierte en How Fascism Works (2018) que las democracias no se destruyen de la noche a la mañana, sino mediante la normalización del odio y el desprecio por la verdad. La educación puede detener este proceso, pero solamente si se transforma para estar a la altura del reto.
Hoy necesitamos enseñar a detectar falacias y narrativas manipuladoras con el mismo empeño con que enseñamos álgebra o gramática. Debemos formar a los estudiantes para que cuestionen el poder y se enfrenten a la desinformación con criterio y evidencia. Necesitamos docentes preparados para discutir de forma abierta y honesta temas difíciles, desde la historia de los totalitarismos hasta la ética de los algoritmos.
Pero no basta con reformar los contenidos: hace falta también un cambio en la forma de enseñar. Promover el debate, el trabajo colaborativo, el respeto por la diversidad de opiniones. Crear espacios donde el error sea parte del aprendizaje y no un estigma. En definitiva, construir ciudadanía democrática desde la escuela.
No es una tarea sencilla ni rápida. Pero hay ejemplos esperanzadores: Finlandia ha incorporado la alfabetización mediática contra la desinformación en todas sus etapas educativas. Organismos como la UNESCO o el Consejo de Europa han propuesto marcos de competencias cívicas para reforzar la resiliencia democrática.
Claro está, no podemos cargar todo el peso de la solución únicamente en la escuela. El periodismo también necesita mucha innovación para cumplir su función. Hace falta también una regulación democrática de las plataformas tecnológicas, que hoy operan con una lógica puramente comercial, premiando el contenido polarizante porque genera más clics. Hace falta una alianza entre estados, educadores y sociedad civil para construir un ecosistema informativo más sano.
Porque la amenaza de un nuevo fascismo no se presenta con botas militares, sino con memes virales, discursos seductores y una retórica de odio cuidadosamente optimizada para captar nuestra atención. La educación está, todavía, a tiempo de evitarlo. Pero el reloj avanza. Y el tiempo, ahora, cuenta.
Reseña de un clásico: "The Age of Surveillance Capitalism" de Shoshana Zuboff (2020) https://t.co/u3JagQPO7d pic.twitter.com/we5f9pd8EJ
— Carlos A. Scolari (@cscolari) August 10, 2023