Según distintos estudios, entre ellos el del profesor de Economía de la Universidad de Warwick, Andrew Oswald, el máximo bienestar se percibe en el alba y en el ocaso de la vida, por lo que durante la madurez y la vejez somos mucho más felices que durante la juventud, y mucho más que en la edad media entre los 40 y 50 años.
Resulta que la ciencia valida mi percepción de estar viviendo lo mejor del proceso vital. La famosa "crisis de los 40" es una realidad estadística, si bien el rango de edad oscila levemente según se trate de países desarrollados o en desarrollo.
Durante las dos décadas siguientes se la curva de la felicidad es descendente. Se viven en ese paréntesis de los 45 -54 años crisis, cuestionamientos de orden vital, análisis sobre los logros obtenidos, valoración de la condición de vida alcanzada, visualización concreta de haber alcanzado o no los logros preestablecidos. Se nos aparece el gap vital, la diferencia que existe entre la expectativa que uno tenía sobre su destino y la realidad concreta a la cual uno ha llegado.
Posteriormente, superados los 50 años, se comienzan a valorar cuestiones que hasta entonces parecían baladíes. Las personas, acorde van recorriendo la quinta, sexta, séptima década de la vida o más, comienzan a percibir factores tales como la salud, la familia, los hijos, los nietos, los amigos, el tiempo libre,... valores esenciales que la sabiduría de la vida acredita. Es una etapa en la que se valora lo que ya se tiene, y no lo que pueden conseguir.
Middle age misery: This study finds 47.2 is the age of peak unhappiness in the developed world pic.twitter.com/fYO2IuaOzz— QuickTake by Bloomberg (@QuickTake) March 8, 2020