“Hemos ganado, y de forma contundente”, proclaman con orgullo desde la Asociación Suiza de Mujeres Mayores por el Clima, sin olvidar el largo camino recorrido y los obstáculos que tuvieron que sortear. Al principio, hace ya nueve años, muy pocas personas las tomaron en serio, tampoco los tribunales de su país. ¿Dónde iban estas señoras con una edad media de 73 años, reclamando ante la justicia que su país no estaba adoptando las medidas suficientes para cumplir con el Acuerdo de París contra el cambio climático? “Nos ridiculizaban por ser mujeres mayores, nos decían que nos fuéramos a dormir, a tejer...”, recuerda Rita Shirmer-Braun (74 años), miembro de la organización, que ahora no encuentra casi tiempo para atender las peticiones de información. Todo cambió cuando el pasado martes el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, les dio la razón al determinar que el Gobierno suizo incumple sus propios objetivos de reducción de emisiones de efecto invernadero, porque no han actuado “de manera oportuna y adecuada para concebir, redactar y aplicar la legislación y las medidas pertinentes”.
“Es una victoria enorme que no esperábamos y lo es para el planeta y para las mujeres mayores. Hemos conseguido que se considere la protección del clima como un derecho humano”, describe feliz Rosmarie Wydler-Wälti, copresidenta de la asociación, también de 74 años. Era difícil imaginarlo en sus inicios. “El proyecto partió de Greenpeace y empezamos cinco mujeres que ni siquiera nos conocíamos”, explica. A partir de ahí, la iniciativa fue adquiriendo peso. Cuando fundaron la asociación, en agosto de 2016, eran 150 y en la actualidad llegan a las 2.600 socias, todas mujeres y todas mayores de 64 años. Las más jóvenes y los hombres, aunque no tengan nacionalidad suiza, tienen la puerta abierta, pero solo pueden inscribirse como simpatizantes.
Shirmer-Braun y Wayler-Wälti son de las pioneras, de las que acudieron a las primeras reuniones de la asociación y que ahora forman parte de la junta. ¿Qué las empujó a ello? La primera responde que fue su activismo en temas ambientales. “Llevo 40 años en ello, estuve involucrada en la fundación del partido Los Verdes en Suiza, con el que sigo”. Pudo compaginar su trabajo con el cuidado de sus dos hijas, a las que crio sola, que ahora tienen 38 y 44 años y que la apoyan “plenamente”.
Su compañera, Wydler-Wälti, era miembro del grupo la Revolución de las Abuelas (GrossmütterRevolution, en alemán). “Nos consideramos unas mujeres enérgicas, que denunciamos que dedicamos millones de horas a cuidar de los niños, de los mayores, un trabajo poco o nada remunerado”, plantea. Profesionalmente, fue maestra de infantil y asesora de padres y asociaciones hasta que se jubiló, como se encuentran la mayor parte del resto de componentes de la organización. Tiene cuatro hijos y ocho nietos, de entre 20 y dos años. “Uno de ellos venía a veces a las manifestaciones y los más mayores no están tan interesados. Tampoco puedes pedir tanto a los jóvenes, no puedes simplemente prohibir y hay que tener en cuenta que están rodeados de bienes de consumo muy asequibles, incluso un vuelo te puede salir más barato que caminar del brazo”, ironiza.
Rechazo tras rechazo. Los tropiezos aparecieron desde que la asociación dio el primer paso, cuando reclamaron ante el Estado suizo que no estaba cumpliendo con sus obligaciones frente al cambio climático. “Simplemente, rechazaron nuestra queja sin dar una respuesta”, recuerda Shirmer-Braun. Ahí comenzó la peregrinación por los tribunales. Acudieron al Tribunal Administrativo Federal, que las despachó con el argumento de que “las mujeres no estábamos afectadas por el cambio climático y no podíamos quejarnos por ello”. Subieron al siguiente escalón y llegaron al Tribunal Federal, que tampoco admitió la reclamación. “Fallaron que todavía había tiempo suficiente para alcanzar los dos grados y, por lo tanto, actuar”, comenta Shirmer-Braun, a la que todavía sorprende el argumento. Y ahí es cuando todo cambió: “Fue la señal. Nos dimos cuenta de que no se nos estaba tomando en serio y se decidió acudir al TEDH”. Los magistrados europeos concluyen que estas apreciaciones eran correctas porque los tribunales del país “no tuvieron en cuenta los datos científicos indiscutibles relativos al cambio climático”.
Como buenas abuelas que son, “consolaron” a los jóvenes portugueses que habían interpuesto una demanda ante el TEDH contra 32 gobiernos europeos por no hacer suficiente contra el cambio climático, que se desestimó el mismo día que salió adelante la suya. Los jueces entendieron, entre otras cosas, que los portugueses no habían agotado todas las vías jurídicas disponibles en su país. “Ellos lo sabían, por supuesto, pero pasar por todo ese camino lleva mucho tiempo, y los jóvenes no esperan tanto como los mayores. Les dijimos que nuestra victoria es también para ellos, es para todos”, concluye Wylder-Wäti.
Las señoras suizas (de 73 años en promedio) que ganaron en Estrasburgo en su lucha por el clima: “Nos ridiculizaban, nos decían que nos fuéramos a tejer” https://t.co/3ucqbveNWi vía @el_pais
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) April 14, 2024