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Homenaje a la Tía Julita

Una tía soltera es la mejor tía de todos sus muchos sobrinos y sobrinas.

La Tía Julita, porque se llamaba Julita, que no es ningún diminutivo, fue la mejor tía y, en muchos casos, la madrina óptima que se pueda imaginar. Era una tía solícita, dedicada plenamente a todos sus sobrinos, algunos de los cuales (los cinco hijos del tío Félix y de la tía María Ángeles) tuvieron la inmensa suerte de convivir con ella muchos años de su vida.

Para los primos mayores fue un referente de mujer emancipada, oficinista dedicada y viajera incansable con su RENFE que la llevó hasta los extremos ferroviarios de Europa. Una mujer moderna para su tiempo, que recogía recuerdos y desplegaba cariño para toda su familia: hermanos y hermanas y… sobrinos por doquier.

Echaremos de menos su hablar precipitado, su actividad nerviosa, esos queridos rasgos familiales que muchos hemos heredado, incluidas aquellas siestas de minutos en las sobremesas de María Muñoz. La Tía Julita no deja un legado inmenso, un tesoro de recuerdos indelebles y de amor incondicional. A todos nos enseñó tantas cosas… A saber estar, a confiar, a apoyarnos en la bendición de una familia unida. A algunos nos tecleó a máquina nuestros primeros trabajos académicos, incluso nuestras primigenias poesías.

Ir a comer, o a tomar café, a la casa de la Tía Julita era una experiencia inolvidable. Allí se desplegaban recuerdos, se nos transmitía la herencia de los abuelos Norberto y Benita, del tío Felipe, de la tía Pascuala, de la amplia familia de Amurrio y Luyando,… Tantas historias de la guerra... Ella nos enseñó a perdonar, de corazón, pero sin olvidar. Y no sólo a nosotros, los sobrinos directos, sino también a nuestros hijos, los sobrinos-nietos de la Tía Julita.

La Tía Julita fue madrina de bautizos (de Leire, que nació el mismo día que ella, el 16 de junio), madrina de bodas,.. Más aún, hasta el último día de su vida –tras siete años de atención dedicada del tío Félix y de la tía María Ángeles, de la tía Carmentxu y de Primi, de Pilar y Adori, y de todos sus parientes, ella –quizá sin saberlo- fue el perfecto centro de la extensa Familia Aguirre Cuadra.

Hoy nos sentimos huérfanos, de alquien que como la mejor madrina rezaba y cuidaba de todos nosotros. Sólo nos consuela saber que desde el Cielo, pero como siempre la Tía Julita, reunida al fin con sus queridos hermanos Marta y Julián, seguirá velando por todos nosotros.

“In memoriam de Julita Aguirre (16-12-2007).”

200 sobrinos

Cada hijo equivale aproximadamente a unos 200 sobrinos, en gasto y en satisfacciones. Ésta es la sesuda conclusión que he obtenido en estas fiestas navideñas mediante unos intrincados cálculos de análisis factorial. Conste que no lo digo por mi familia, en la que mis escasos hijos y mis escasas sobrinas (en total 402) pueden presumir de tíos y tías, pero he barajado algunos datos de mi entorno social y el resultado merece ser publicado.

Hace tiempo que ya sabía que el mejor txoko, barbacoa o velero es el de un buen amigo, nunca el propio (¿será por eso que no tengo ninguno de ellos?) Gorroneas un poco, te presentas en el momento oportuno, pagas algún gasto menor y no te ocupas de los trajines menos gratificantes: comprar, mantener, reparar, limpiar, preocuparte de su futuro,... Cierto que no puedes presumir de propietario, pero... ¿a quién le interesa eso, con lo cansado que debe ser?

También lo de ser padre es muy fatigoso, y lo de ser madre ni puedo imaginarlo. "Los hijos son una gran ayuda", dijo alguien del que sólo sabemos que no tenía descendencia. En realidad, los hijos -sobre todo en la adolescencia- caen muy bien y son muy simpáticos con todos... los que no son sus propios padres. Y es que la edad difícil no es la de los hijos, sino la de sus padres.

Así que propongo un impuesto especial a los que son sólo tíos y tías. Con excursiones a la nieve cada fin de semana y safaris en verano se lo deben pasar en grande los felices solteros o las parejas sin hijos, pero así no se construye un país. Así que anímense todos, compartan esta prodigiosa felicidad de la paternidad. Tengan 402 u 804 sobrinos. Puedo asegurarles que nunca más sabrán lo que es el aburrimiento y la ociosidad.

Versión original en: http://mikel.agirregabiria.net/2003/elpais200sobrinos.htm
Versión en PDF: http://mikel.agirregabiria.net/2003/sobrinos.pdf

Homenaje al tío Jesús Aguirregabiria

Sus hijos, Luis Fernando, Txema y Nerea; hijos políticos, Estela González, Ana Martínez de la Pera y Julio Casas; nietos, Raquel, Kiko, Sonia y Sandra; June y Malen; Laura y Julen; hermanos políticos, sobrinos, primos y demás familia. Jesús Aguirregabiria Echevarria falleció en Bilbao, el día 19 de febrero de 2010. Era el menor de los cinco hermanos Agirregabiria Etxebarria, donde Juan -nuestro padre- era el primogénito y 13 años mayor que Jesús, el benjamín. Nos contaban que siendo niño, su hermano mayor le llevaba en volandas o sobre el cuello. Jesús fue un niño mimado, en una familia grande de hermanos y primos, con mucha gente siempre en aquella casa, c/ Cruz, 6 de Bilbao, 4º piso, el mismo donde nació el primer Lehendakari José Antonio Aguirre. Cuentan que, de niño, para quitarse los pantalones simplemente se soltaba el cinturón y patateaba hasta pasar por encima de ellos que quedaban en el suelo para ser recogidos por la sirvienta de la casa.

Nuestros recuerdos directos comienzan con una anécdota que siempre nos contaron. Siendo Jesús muy amante del campo, de la caza y de la pesca, parece que en alguna ocasión nos llevó a sus sobrinos mayores mientras cazaba codornices, pedernices o algo así. Y nos pedía que llevásemos las piezas capturadas. Parece que me tocó acarrear alguna muy destrozada y sanguinolenta, por lo que le pedí insistentemente no llevarla con la excusa de que 'petaba' (pesaba) mucho. Aquello me persiguió durante años por miedica. Curiosamente este precedente, me sirvió para saber que ceceé de niño, al igual que nuestra hija durante sus primeros años.

Nuestro tío se casó con la guapísima Mariángeles, una escultural morena que se parecía mucho a Sofía Loren. Su boda en verano fue una gran fiesta porque dispusieron de una cantidad inagotable para que todos los sobrinos fuésemos sin límite a las barracas (como se llama a la feria en Bilbao). Yo estaba en uno de mis veraneos con familiares en zona seca (Amurrio o Tudela) y me lo perdí, con gran pesar por todo lo que luego contaron mis primos y prima.

Otro recuerdo imborrable es del día que murió nuestro abuelo Ezequiel Aguirregabiria y que estuvimos en casa del tío Jesús, en San Ignacio. O del día que los tíos Jesús y María Ángeles nos visitaron en nuestra nueva casa cuando nos casamos, y vinieron con sus zapatillas de casa, porque sabían que se encontraban como en su hogar.

Su afición a la caza y a la pesca mantuvieron al tío Jesús muy vinculado a nuestras raíces en Ubide (o Ubidea). Aquel fue su lugar de verano, de fin de semana y de jubilación mientras pudo valerse. Allí mantuvo sus amistades y fue el último familiar mayor a quien visitábamos en nuestras visitas al molino. ¡Descanse en paz, en su naturaleza celestial donde seguro que es feliz!

¡Viva el Tío Gilito!

El Pato Donald fue un personaje de personalidad cambiante a lo largo de su existencia. Apareció como un individuo familiarizado con la derrota y el fracaso, pero su artífice, el dibujante Carl Barks de los estudios Walt Disney, le acentuó sus malas pulgas y le convirtió en un gruñón, capaz de obrar absurdamente con tal de lograr una victoria. En sus peripecias siempre le acompañaba la coqueta e inseparable Daisy, conocida por su afán de querer figurar. Al final surgieron los tres temibles sobrinos del pato, Juanito, Jorgito y Jaimito. Pero, sin duda, la mayor aportación de Barks al cómic fue el Tío Gilito, inspirado en la obra "Cuentos de Navidad" de Charles Dickens. Este personaje llegó a tener tanta fama que, cinco años después de su creación, acabó protagonizando su propia serie.

En Marbella el Gil auténtico ha relevado al Gil heredado en la concejalía de Urbanismo (el resto poco importa). Pero la legitimidad y limpieza democráticas, cuyas ausencias tanto añoramos en las tramas económicas, se ha cobrado una dimisión… en Madrid. Al menos el secretario general del Partido Popular, Romero de Tejada, ha presentado su renuncia… como fotocopiador en esa oscura empresa MIC Servicios de Copias y otras entretelas, a la que sus competidores denuncian por trato de favor desde el Gobierno, y donde en "unas horillas" cumplía la "jornada a tiempo completo" (¡éste sí que sabe de orillas y de hornada a tiempo completo!). Mientras y nada extrañamente, el gasto de las familias en la vivienda creció desmesuradamente según un estudio de Caixa Catalunya, que destaca a Madrid como la región donde las familias dedican a las viviendas una mayor proporción de su presupuesto, hasta el 35% total en 2000 frente al 26% en 1990.

Los personajes de la vida política comienzan a presentar una alarmante similitud con las rancias caricaturas de los dibujos animados. Quizá sólo sea un nocivo efecto televisivo de aparición retardada. Las actitudes, caracteres y diálogos de los políticos parecen más propias de tiras cómicas que del mundo real, en el que nos movemos la ciudadanía de a pie. Díganme si no reconocen a un malhumorado y graznante presidente Donald, a una encopetada concejala Daisy, a los alborotados sobrinos sucesores (sólo Jaimito coincide en nombre), y a los múltiples tíos Gilitos que aparecen por doquier en Marbella, Madrid,… Todos creados por la misma mano que bosquejó al Patoso Donald. A propósito, ¿dónde están Mickey Mouse, Goofy, Pluto, Bambi,...? ¡Viva Disney, viva Dickens, pero que Dios nos asista!

Apadrina un escolar con un portátil

El OLPC (One Laptor Per Child), es un ordenador de bajo coste cuyo propósito es la educación infantil, sobre todo de los de los países menos desarrollados. Promovido entre otros por Nicolás Negroponte. Llamado el ordenador de los 100 $ (finalmente costará casi el doble), en un principio su venta no estaba prevista para particulares, sino a los gobiernos de diferentes países en pedidos de millones de unidades. Visto el interés despertado, se podrá conseguir uno con el plan Give 1 Get 1. Por 399 $ se compran dos de estos portátiles (cuyo nombre final es XO): Uno será para enviado a un escolar en un país en vías de desarrollo y el otro donde tú quieras. Conviene recordar que está pensado para niños, así que mejor que tú, lo disfrutarán tus hijos, sobrinos, nietos,… Más sobre el OLPC.

Categorías familiares...

No siempre somos conscientes de la trascendencia de la institución familiar, que puede arroparnos y alegrarnos durante toda la vida.

Cuando nacemos, todos somos hijos. Muchos, además nacemos o nos convertimos en hermanos y primos. Casi todos somos nietos, y la mayoría sobrinos. Con suerte, antes o después, nos transforman en tíos. Muchos, más pronto o más tarde, nos desarrollamos como novios. Bastantes nos comprometemos a ser esposos (maridos o mujeres). Con un poco más de tiempo, los afortunados evolucionamos a padres o madres. Luego, un buen día quizá nos convierten en suegros. Quizá la máxima alegría sea verse encumbrados a la categoría de abuelos. Pocos, los más longevos, hasta pueden ser distinguidos como bisabuelos. Muy pocos, alcanzan el máximo honor de ser tatarabuelos,.. La familia lo es todo...

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/familiares.DOC

De quién se aprende más

Existe una lógica inevitable en los aprendizajes: El tiempo de las ‘clases’ y la relación docente-discente son factores decisivos y primordiales.

Si reflexionamos un minuto sobre la persona que más ha influido en nuestra vida, de quien más hemos asumido su visión vital, seguramente habrá un acuerdo mayoritario en torno a alguien con quien hayamos convivido, trabajado o vivido durante un largo período de nuestra vida. También depende de nuestra capacidad de aceptación de sus enseñanzas, para lo cual es conveniente una relación de aprecio mutuo.

Por las razones expuestas, en la mayoría de las personas los padres y hermanos, o los parientes cercanos han sido las personas que más poso nos han transmitido. También algunos profesores, pero la parcelación en etapas educativas de corta duración ha impedido que cale en profundidad la labor de un único docente que se destaque sobre los demás.

Otro ámbito de aprendizaje a lo largo de la vida es el trabajo. Aprendemos de los colegas, de los jefes y de los colaboradores. Aquí también el tiempo de contacto es determinante. En general, puede suceder que haya una tendencia a formarse más del superior inmediato, siempre que haya voluntad bilateral de enseñar-aprender y que se base en el respeto recíproco.

En síntesis, aprendemos fundamentalmente de la familia, con mayor peso que las amistades o los colegas. De nuestros antepasados (de abuelos, padres y tíos) y de nuestros descendientes (hijos, sobrinos y nietos), de nuestros coetáneos (hermanos y primos), pero sobre todo… de los cónyuges.

Nuestras parejas, especialmente tras una convivencia de años, nos conocen mejor que nadie, saben de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades. Sus consejos, sus ideas, sus refrendos, son continuos y trascendentales. La duración, intensidad y voluntariedad de esta relación elegida la hacen imbatible como la mejor fórmula de aprender, día a día y hora a hora. Por todo ello, ¡gracias, amados consortes!

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/aprendemos.DOC

Vida medida

¿Cómo se mide una vida? ¿Cuánto pesa una existencia? ¿Cuáles son las unidades que calculan la cantidad y calidad de una biografía?

La vida no se mide anotando éxitos, como se apuntan los goles de un partido. Tampoco sumando las cuentas bancarias, ni admirando los títulos académicos colgados de las paredes, ni siquiera por el número de quienes acuden al funeral, ni por el tamaño de la esquela o por la extensión de la crónica necrológica. No se determina el valor de una vida por el plan que se tenga para el próximo fin de semana, o para las siguientes vacaciones. Tampoco por el linaje del que se desciende, la marca de automóvil que se conduce, la ubicación y lujo de la casa donde se habita o el puesto y la compañía en la que se trabaja. Tampoco la vestimenta, ni las aficiones, ni los viajes, ni la edad, ni la belleza, ni la inteligencia permiten evaluar la perfección de una vida. La vida es mucho más que todo eso.

La vida se mide por el amor y la felicidad que se brinda a los demás. La vida se mide por los hijos, por los nietos, por los sobrinos, por los alumnos, por los amigos que uno ayuda a crecer. La vida se mide por los besos, por los abrazos, por las palmadas, por los apretones de manos, y sobre todo, por las sonrisas que se distribuyen por doquier. La vida se mide por la amistad, por la simpatía, por el cariño, por la ternura que se desborda de una existencia. La vida se mide por la trascendencia de los compromisos que se asumen, y se cumplen fielmente; por las esperanzas que no se traicionan. Una vida que no rebosa fraternidad, cordialidad y pasión merece ser transformada.

Sólo por hoy, y mañana ya no cambiaremos, aceptemos que lo más sagrado de este día es prestar apoyo a los demás, aliviarles en sus penas, reír con ellos en sus alegrías, y asistirnos mutuamente. Lo que digamos, que sea con afecto. Lo que hagamos, importante o trivial, que sea con respeto y solidaridad, con todo el corazón que sepamos poner en cada acción para quienes nos acompañan en este fugaz camino que es la terrenal vida.

Amores humanos

¿Cuántas clases de amor hay?

Antes de morir, por una vez al menos, hemos de declarar nuestros amores. En público, ante el ágora de nuestro entorno, sin reparos ni escrúpulos. Lo más íntimo es para ser vivido y lo vivido sólo adquiere sentido si es compartido. El amor es como el fuego, que si no se comunica se apaga.

Los amores son algo personal, muy de cada uno, pero pueden clasificarse en dos categorías básicas. Hay amores humanos y querencias espirituales. Seguramente los deseos idealistas son superiores a las pasiones humanas, pero éstas son más universales y la base de otros anhelos más sutiles. La aspiración de inmortalidad, la fe en Dios, la admiración por la Bondad, la esperanza en la Humanidad, la propensión hacia la Verdad, el éxtasis con la Ciencia o la complacencia con el Arte,… son amores de los humanos, pero no dirigidos hacia otros humanos, sino a entes o conceptos que trascienden.

Entre los amores de humanos hacia humanos existen tres clases, muy diferentes pero no preferenciales. Se distinguen por el parámetro más dimensional de la existencia: el tiempo. Muy pronto todos seremos polvo de estrellas, pero antes en este breve lapso de vida terrenal, la edad es nuestro reloj implacable.

Los primeros amores son los más decisivos, propios de todas las personas que alcanzan la consciencia. Son el amor hacia nuestros padres, a nuestros abuelos y a nuestros familiares mayores, a quienes nos cuidan y a quienes nos enseñan. Este querer siempre lo llevaremos con nosotros, aún alcanzando las puertas de la muerte, allí nos acompañarán nuestros antecesores. Son los amores más hondos, más arraigados, más instintivos, más entrañables, más determinantes, los más sagrados.

Los segundos amores son a nuestros coetáneos, a nuestros hermanos, a nuestros primos, a nuestros amigos y, muy especialmente en el caso de personas emparejadas, a nuestros cónyuges. Estos amores son los más presentes, los más envolventes, los más elegidos, los más trabajados, los más forjados, los más recreados y reconstruidos.

Los terceros amores son hacia nuestros sucesores directos en la familia o en nuestro legado. Destacan, en el caso de personas con descendencia, el cariño de padres y abuelos hacia sus descendientes, pero este cariño también es vivificante con los sobrinos, con quienes nos relevan, con quienes han aprendido con nosotros (alumnos, lectores,…) o simplemente con quienes nos recordarán. Son los amores más alentadores, más gratificantes, más culminantes, los más esperanzadores.

Sólo hay vida donde hay amor. Quienes viven de amor viven de eternidad. El sentido de la vida radica en el amor, que sostiene el Mundo y mueve el Universo. Amar es el principio, amar es la fuerza, amar es el método, amar es el fin.

Familias gitanas

En aquel lugar aquellos gitanos desentonaban, hasta que pudimos comprenderlo.

Había algo que desafinaba en aquella consulta médica de una clínica de pago en el centro de Bilbao. En una esquina estaba una mujer con su anciana madre; en otro rincón, un hombre solo de edad avanzada; más allá, dos señoras cuchicheando y un matrimonio de jubilados completaban la escena. Todos de clase media o alta, como pudimos apreciar Carmen y yo cuando entramos. Nos sentamos y continuamos hablando, en voz baja, en aquella tranquila sala.

Entonces llegaron ellos. Primero tres niños correteando, perseguidos por dos hermanas o primas adolescentes que intentaban sujetarlos. Luego aparecieron tres mujeres, una de ellas embarazada con su marido, dos abuelas y un abuelo con una niña de apenas un año. Eran gitanos. Los mayores se sentaron ocupando todas las sillas disponibles, mientras los críos se asomaban a la ventana o jugaban en el suelo enseñando a andar a la pequeñita, que sonreía a todos mientras avanzaba tambaleándose.

Algunos de los presentes parecieron molestos por el ruido generado por los recién llegados, mientras otros hacíamos carantoñas a los pequeños. Nos enteramos que habían acudido a visitar a una pariente, y que ante la imposibilidad de permanecer todos en el mismo cuarto se habían repartido por las salas de espera.

Entonces entendimos qué era lo que chirriaba con su presencia. Allí estábamos todos nosotros en una consulta médica solos o apenas acompañados por un cónyuge, o un único familiar o amigo. Ellos, en cambio, acudían con toda la amplia familia para afrontar la enfermedad o, para vivir el acontecimiento (quizá un feliz nacimiento). Además la relación entre ellos denotaba que niños, padres y abuelos vivían muy cerca unos de otros, y que la familia significa mucho para todos ellos. Hermanos, primos, tíos, sobrinos, abuelos, nietos,.., todos podían contar con todos.

Aquel arropamiento colectivo de la institución familiar nos revivió tiempos pasados, no tan lejanos, cuando también nuestras familias eran grandes y cercanas. Creo que todos pensamos lo mismo: ¡Qué suerte tienen los gitanos, y las familias numerosas, de no haber perdido una tradición tan bella y fructífera!
Versión .DOC para imprimir

Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/gitanas.htm

Causas de vida

Cansados de leer sobre las principales “causas de muerte”, donde destaca el cáncer con sus 200 variantes, algunos preferimos pensar en las razones que nos llevan a vivir.©Mikel Agirregabiria

La primera razón de vivir radica en la familia. Nacemos porque tuvimos unos padres y unos abuelos. Quizá por ello, la mejor forma de morir es estando rodeados de hijos y nietos. La familia nos aseguró el nacimiento y los primeros años. Luego, la vida es cosa nuestra: para que alcance todo su sentido, hemos de completarla con razones y… corazones.

Vivimos por el amor de dos seres humanos, y en el amor encontramos el mejor de los motivos para una vida plena. Amor filial hacia nuestros padres, amor hacia todos nuestros familiares (hermanos, abuelos, tíos,…), amor conyugal hacia nuestra pareja y amor hacia nuestros hijos, nietos, sobrinos,…

Con la edad aprendemos que la vida es un misterioso regalo, un delicado y frágil equilibrio que se rompe fácilmente por accidente, enfermedad o ancianidad. Conviene que no precipitemos nuestro final con excesos (tales como conducir imprudentemente, beber o fumar), y que vayamos acumulando “causas de vida” para que, cuando la inevitable hora suprema nos llegue, hayamos creado motivos de alegría en quienes nos sobrevivan, en nuestros descendientes, familiares, amigos, colegas, vecinos y en todos a quienes tuvimos el gusto de conocer y poder ayudar.

A veces nos afanamos demasiado en metas banales. No vale la pena esforzarse tanto en asuntos materiales, porque las mejores vivencias espirituales suceden cuando menos nos las esperamos. Un objetivo saludable y alcanzable es dejar el mundo un poco mejor de lo que estaba cuando nacimos y procurar hacer feliz a la gente que tenemos cerca.

¡Hay tantas razones de vida! Estar vivo es ya el mejor motivo. Abrir la ventana y ver el mar (o el campo). Ver la luz de la mañana y las estrellas de la noche. Y mejor contemplarlas en compañía, oyendo una canción. Dejemos de buscar excusas para vivir, hallemos contundentes razones que invitan a subsistir. Un beso, un abrazo y cualquier vida queda justificada. El deseo de vivir lo encuentra,… quien lo busca. La vida siempre tiene (co)razón.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/causas.htm