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Amistades de kilómetro cero: elogio del alma de barrio

En tiempos en que los algoritmos eligen por nosotros hasta la canción de la mañana, mantener una amistad de kilómetro cero es casi un acto de resistencia ecológica y emocional: Como cultivar tomates en la terraza en vez de comprarlos envasados. Estas amistades, muy cercanas en distancia, requieren cuidado, tiempo y una saludable obstinación contra la prisa digital. Este post es un homenaje al vecindario que te presta sal (y escucha tus penas).

Hay una pregunta que la modernidad líquida —esa que tanto le gustaba a Bauman (posts esenciales)— se empeña en hacernos olvidar: ¿Cuántos cafés has tomado este mes con alguien que viva a menos de diez minutos andando? Si la respuesta es “ninguno” o “¿cuenta el repartidor de pizzas?”, quizá sea momento de reivindicar lo que los comerciantes llaman “producto de kilómetro cero”, pero aplicado a algo infinitamente más nutritivo: las amistades.

La paradoja del infinito hiperconectadoVivimos en la era donde puedes mantener una conversación de WhatsApp con alguien en Tokio mientras ignoramos olímpicamente al vecino del quinto. Coleccionamos contactos como quien acumula puntos de fidelización: muchos, dispersos, y vagamente inútiles cuando realmente los necesitas. Virginia Woolf (posts) escribió que “la amistad es uno de los mayores placeres de la vida”, pero se olvidó de añadir el asterisco: "Especialmente si no requiere tres autobuses y planificación con quince días de antelación".

Filosofía y esquinaNo es nueva la idea de que la amistad es un bien mayor. Aristóteles habló de la amistad como una condición para la vida buena: forma parte de la ética de quienes desean el bien del otro por sí mismo. Aristóteles (posts) —ese señor que tenía razón en casi todo menos en física— decía que la amistad necesita “convivencia”. No Instagram, no videollamadas programadas: convivencia. 

Compartir tiempo sin mayor propósito que el tiempo mismo. Y seamos sinceros: ¿cuándo fue la última vez que fuiste “espontáneo” con alguien que vive en otra punta de la ciudad? La espontaneidad murió en algún lugar entre el “¿qué tal el miércoles que viene?” y el “mejor lo dejamos para después del puente”.

El contraataque de lo analógicoEn tiempos de nomadismo digital y amistades virtuales, reivindicar la cercanía física tiene algo de rebeldía anacrónica. Es casi punk preferir al vecino simpático antes que al contacto de LinkedIn que “deberíamos tomar un café cualquier día” (traducción: nunca).

Oscar Wilde, maestro de la paradoja, afirmó que “la verdadera amistad es como la salud: no valoramos su importancia hasta que la perdemos”. Pero hay otra cosa que no valoramos hasta que la perdemos: la posibilidad de tener amigos a los que puedas ver sin necesitar un permiso de tu jefe, tu pareja y el consejo de administración de tu calendario.

El milagro cotidianoFrente a las amistades globales y digitales, las amistades de proximidad —esas que viven a dos portales o a una calle— conservan una textura táctil: menos “pixeladas” y más inmediatas. Un “¿bajo a por un café?” puede valer más que cien mensajes de voz. La amistad de proximidad te permite recuperar el lujo de la pereza social: ese “me paso un rato” que no requiere ducha, cambio de ropa semi-formal ni planificación familiar. Es el antídoto contra la tiranía de la productividad aplicada hasta a las relaciones humanas.

Del barrio al pensamientoLo que aprendemos a pocos pasos del felpudo suele ser el material humano más sólido que luego aplicamos en otros ámbitos. Como escribió Italo Calvino, las ciudades son tejidos de memorias, deseos y trueques —una manera de decir que la vida urbana es, ante todo, relación. Las amistades locales son los hilos que sostienen esa trama. 

La amistad de kilómetro cero es la que te conoce en chándal, con resaca, un martes cualquiera. Es la que no necesita versión editada de tu vida porque ha visto el making-of completo. Como decía Montaigne sobre su amigo La Boétie: “porque era él, porque era yo”. Y podríamos añadir: porque vivíamos a dos calles.

Pequeños ritualesSaludos en la escalera, la conversación en la panadería, ese banco en el parque: las afinidades que Montaigne celebró brotan sin planes maestros. Montaigne, en su clásico ensayo sobre la amistad, nos recuerda que la amistad perfecta surge sin otro propósito que ser ella misma.

Una amistad sostenibleSi hablamos de sostenibilidad, la proximidad también es un principio aplicable a los afectos: bajo consumo emocional, retorno inmediato, menor huella logística. No todo afecto necesita envío exprés: algunos abrazos se recogen en la panadería. 

Proust (posts) necesitó siete tomos para explicar cómo funciona la memoria y el afecto, pero quizá la respuesta era más simple: hace falta estar cerca. Las grandes conversaciones no surgen en cenas programadas con dos semanas de antelación; emergen en esos cafés de “cinco minutos que se convierten en dos horas”, en esos paseos sin rumbo, en ese “sube que tengo que contarte algo” a las once de la noche.

Quizá la gran estafa de la globalización sea hacernos creer que las mejores conexiones están siempre en otra parte: otra ciudad, otro país, otro continente. Mientras tanto, ignoramos que la buena vida —esa que los griegos llamaban eudaimonia (posts)— podría estar tomando cerveza en la terraza de tu calle con alguien que sabe cómo te llamas sin consultar tu perfil. Como escribió el poeta Kavafis (posts)el viaje importa más que Ítaca. Pero a veces, solo a veces, Ítaca está en tu mismo barrio, esperando a que toques el timbre.

 Despedida Balconil: Día 50º y final del Aplauso Sanitario
Manual de uso (y disfrute). Las amistades de kilómetro cero no se cultivan en Facebook ni en cenas trimestrales. Se construyen en: - La panadería donde coincides cada sábado y ese saludo evoluciona a conversación, y la conversación a “¿tomamos algo?” - La librería de viejo donde compartes opiniones sobre Bolaño con el único otro cliente menor de setenta años. - El parque donde tu hijo coincide con el del vecino y descubres que tienes más en común que el código postal.

Epílogo: Volver a saludar, porque la felicidad está en el portal de al ladoLa revolución silenciosa quizá consista en volver a saludar y encontrarnos sin pantallas. Como dejó dicho Antonio Machado, “al andar se hace camino”: las amistades que valen acompañan el paso, y si además viven cerca, mejor. Menos Wi-Fi, más vecinos, entre portales y confidencias: el arte de la cercanía.

Posdata: Si después de leer esto descubres que no tienes ninguna amistad de kilómetro cero, no te preocupes. Empieza por saludar y reconocer al vecindario. Roma no se construyó en un día, pero seguramente el arquitecto vivía cerca de la obra.​​​​​​​​​​​​​​​​
@bankinter 👯‍♂️💚 Los amigos Km0 son esos que siempre están cerca, sin importar la distancia. 🌍✨ ¡Descubre por qué son tan valiosos en este vídeo! ▶️💫 🔸 En colaboración con Fernando Mora, psiquiatra 👉🏻 @doctormora_ ♬ sonido original - Bankinter

La estupidez de la gente culta: Lecciones para la educación

La obra «La estupidez de la gente culta» recopila los artículos periodísticos que Chesterton escribió en el año 1912 para varias publicaciones, siendo este tomo el séptimo de una serie de recopilaciones de sus escritos de prensa.  El título en español, «La estupidez de la gente culta», da a entender un choque de ideas: no se trata de atacar la cultura en sí, sino de advertir los riesgos de lo que se considera “culto” o “educado” cuando pierde el sentido de lo humano, ético o práctico.

El contexto: 1912 es el año del hundimiento del Hundimiento del Titanic, del escándalo Marconi en el Parlamento británico, del setenta aniversario de la revista The Illustrated London News (para la que Chesterton escribía) y de la fundación de la compañía teatral   The Players’ Club por el autor. 

Los artículos abordan temas tan variados como la crítica de la moda intelectual de la época, la enseñanza, la política, el papel del periodismo, la religión, la educación de las masas, la “gente culta” que quizá presume de saber pero carece de juicio, y la necesidad de una sabiduría que no sea sólo académica. El tono es ágil, sardónico, divertido muchas veces, pero también serio cuando apunta a lo que considera una decadencia moral o cultural.

Por ejemplo, uno de los ejes es la idea de que la cultura o la educación no garantizan el sentido común, la virtud o el buen juicio. Que una “gente culta” sin raíces, sin humildad, sin conexión con lo real, puede caer en la estupidez —en la vulgaridad intelectual, en la arrogancia. Esa es la provocación del autor.

Otra línea es la defensa de lo cotidiano, de lo popular, de la sabiduría común frente al elitismo o al esnobismo. Chesterton recuerda que los “expertos” no deben convertirse en sacerdotes de la verdad sin cuestionamiento.

Este libro permite al lector adentrarse en la faceta periodística de Chesterton, menos conocida quizá que sus novelas, pero igualmente reveladora de su personalidad literaria: humor, paradoja, crítica social, ironía ética. Además, muestra cómo pensaba en aquel momento sobre cultura, educación, medios de comunicación y sociedad. Aun siendo textos de 1912, muchas de sus observaciones tienen vigencia para la educación, la prensa y la reflexión sobre el saber.

Siguen tres citas extraídas del autor que ilustran bien su pensamiento (y que sirven como complemento al volumen, disponible también en Google Books):

  • "Sin educación, estamos en un horrible y mortal peligro de tomar en serio a las personas educadas."
  • "El momento en que los hombres comienzan a preocuparse más por la educación que por la religión, comienzan a preocuparse más por la ambición que por la educación... La educación tiende a ser un reflector que se centra enteramente en sí mismo."
  • "La democracia significa gobierno por los no educados, mientras que la aristocracia significa gobierno por los mal educados."

  • Estas frases condensan la reflexión de Chesterton: no se trata de rechazar la educación ni la cultura, sino de advertir que hay formas de “ser culto” que pueden volverse vacías, arrogantes o desconectadas de lo humano. De qué sirve saber mucho si no se entiende lo humano: Es el mensaje de Chesterton contra la vanidad intelectual.

    G. K. Chesterton (Gilbert Keith Chesterton, véase en otros muchos posts) nació el 29 de mayo de 1874 en Londres y falleció el 14 de junio de 1936 en Beaconsfield, Buckinghamshire.  Fue un escritor muy prolífico: ensayista, novelista, crítico literario, periodista y apologista cristiano.  Su educación incluyó estudios artísticos en la Slade School y literatura en University College London

    Chesterton desarrolló un estilo distintivo, lleno de paradojas, humor, ironía inteligente y una defensa de lo que él consideraba “el sentido común” frente a modas intelectuales o filosofías de su tiempo.  Inicialmente se identificó con el anglicanismo, pero en 1922 se convirtió plenamente al catolicismo, lo cual marcó profundamente su obra posterior. 

    Entre sus obras más conocidas figuran la novela The Man Who Was Thursday (1908), la serie de relatos del sacerdote-detective Father Brown y los ensayos Orthodoxy (1908) y The Everlasting Man (1925). Su importancia literaria radica también en su capacidad para combinar lo cotidiano y lo filosófico, lo humorístico y lo serio, y para cuestionar la “sabiduría establecida” con una mirada fresca. Por todo ello, muchos lo han llamado “el príncipe de la paradoja”. 

    Somos cuerdos y recuerdos somos

    Parafraseando a Octavio PazNo somos lo que decimos, sino lo que recordamos, porque lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo”. Decía Jorge Luis Borges que somos nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes. Y uno, con los años, se da cuenta de que tenía razón: la cordura se juega en esa delgada frontera entre lo que aún recordamos y lo que empezamos a olvidar.

    Los mayores solemos ser sensatos, juiciosos, prudentes, sabios, serios, inteligentes, reflexivos, formales y cabales, incluso clarividentes. Porque sí, seguimos siendo cuerdos, aunque nos asalten las dudas al entrar en una habitación sin saber a qué fuimos, y somos sobre todo recuerdos, esos tesoros que guardamos como cartas viejas o canciones que se repiten solas en la cabeza. 

    A veces, como escribió Mario Benedetti, el olvido está lleno de memoria, y en esa paradoja encontramos consuelo: no recordarlo todo es también una forma de vivir más ligero. Con todo hoy y ahora queremos reivindicar el infinito valor de la memoria de lo vivido, insuperable fuente de inspiración y perseverancia.

    Miguel de Cervantes nos advertía que la memoria es tesoro y custodia de todas las cosas. Sin embargo, como todo tesoro, a veces se esconde bajo capas de polvo y nos obliga a ejercitar paciencia y sentido del humor. No hay peor enemigo de la cordura que la solemnidad excesiva. Reírnos de nuestros olvidos es, en cierto modo, la forma más cuerda de vivirlos.

    A cierta edad, uno descubre que el presente es más corto que antes, y el pasado más largo. Los recuerdos se multiplican y se vuelven compañeros de viaje: algunos dulces, otros ásperos, pero todos forman parte de lo que somos. Como dijo Miguel de Unamuno, el hombre es hombre en cuanto es hijo del pasado. La cordura consiste, entonces, en no aferrarse demasiado ni al ayer ni al mañana, sino en habitar con serenidad el ahora.

    Porque al final, la vida se parece a una novela coral: cada recuerdo es un capítulo, cada olvido un salto de página, y la cordura el hilo que mantiene la trama unida. Somos cuerdos en la medida en que reconocemos nuestra fragilidad, y somos recuerdos porque sin ellos seríamos apenas instantes dispersos.

    La moraleja es sencilla y honda: vivir con cordura no es no olvidar, sino aceptar que somos tiempo hecho memoria. Y vivir con recuerdos no es añoranza, sino cultivar la gratitud por lo vivido. Quien logra reírse de sus olvidos y agradecer sus recuerdos ha encontrado la verdadera sabiduría.

    Releamos el discurso de Alyosha en el último capítulo de "Los hermanos Karamazov" de Fiódor Dostoyevski: "Debes saber que no hay nada más alto y más fuerte y más sano y bueno para la vida en el futuro que algunos buenos recuerdos, especialmente un recuerdo de la infancia, de hogar. La gente te habla mucho de tu educación, pero un buen recuerdo sagrado, preservado desde la infancia, es quizás la mejor educación. Si un hombre lleva consigo muchos recuerdos de este tipo a la vida, está a salvo hasta el final de sus días, y si a uno sólo le queda un buen recuerdo en el corazón, incluso eso puede ser en algún momento el medio de salvarnos".

    La cordura y la memoria son dos nombres del mismo tiempo. Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre.” señaló Jean-Jacques Rousseau. Para concluir: La filosofía es, en el fondo, el arte de aprender a morir… y a recordar” según Michel de Montaigne. Anotadlo en vuestras agendas este doble mandato encadenado: Recordar con humor es vivir con filosofíaEntre risas y memoria, a seguir construyendo lo que luego serán recuerdos.

    Saberlo todo y no hacer nada: el crimen del siglo

    Algunas obras ganan peso con el paso de la historia. En "El conocimiento inútil" (La Connaissance inutile, de 1988), el filósofo y periodista francés Jean-François Revel examinó la paradoja de que, a pesar de vivir en una era de acceso sin precedentes a la información y al conocimiento, estos rara vez conducen a decisiones racionales o justas en política, economía o sociedad. Revel planteó que el conocimiento, aunque disponible, a menudo no se utiliza para actuar con eficacia, especialmente cuando contradice intereses ideológicos, prejuicios o dogmas.

    El título alude a esa “inutilidad del conocimiento” cuando no se traduce en acción o se ignora deliberadamente. Revel denuncia la manipulación mediática, la negación de hechos evidentes (como los crímenes del comunismo), y critica tanto a la derecha como a la izquierda por cerrar los ojos ante verdades incómodas. Para él, la libertad solo puede sostenerse cuando se respeta la verdad y se enfrenta la realidad sin tapujos. 

    Algunas de las ideas principales de este "viejo" libro: 

    Saber no basta: lo crucial es actuar conforme al conocimiento. Los medios y la intelectualidad muchas veces distorsionan o silencian hechos incómodos. La ideología puede ser más poderosa que la evidencia. La democracia requiere de ciudadanos informados y comprometidos con la verdad.

    Jean-François Revel (1924–2006) fue un influyente filósofo, ensayista y periodista francés, miembro de la Academia Francesa. Crítico del totalitarismo y del dogmatismo ideológico, Revel fue una de las voces más lúcidas del liberalismo intelectual en Francia durante el siglo XX. Su obra se caracteriza por la defensa de la libertad, la democracia y la racionalidad, y por su denuncia de los peligros del relativismo y la manipulación ideológica.

    Otras obras destacadas suyas incluyen Ni Marx ni Jesús, La tentación totalitaria y Cómo terminan las democracias

    El paso del tiempo ratifica y exacerba toda su previsión: La verdad no importa: manual del autoengaño moderno”. Podríamos titularlo con variantes tipo “El conocimiento es poder… desperdiciado”, o “La era de la información inútil: cómo nos rendimos a la mentira”, o la “Inteligencia sin coraje: la cobardía de las élites”, o finalmente Sabemos la verdad, pero preferimos la ficción”.


    El delirio de la física: la ciencia rozando la locura del universo

    El delirio de la física” es una obra de divulgación científica escrita por el físico y periodista colombiano Jorge Bolívar Galiano. El libro propone un recorrido provocador y accesible por los conceptos más profundos y desconcertantes de la física moderna: desde la mecánica cuántica hasta la teoría de cuerdas, pasando por la relatividad, los agujeros negros y los multiversos.

    Bolívar plantea que la física, más que una ciencia exacta, es hoy un campo donde la especulación, la paradoja y la imaginación desafían constantemente lo que creemos entender del universo. De ahí el término “delirio”, que no se usa en sentido peyorativo, sino como señal de la osadía intelectual que supone enfrentarse a lo desconocido. Una cita: La física se ha vuelto una metáfora de la locura humana por comprender lo incomprensible.”

    Temas clave del libro El delirio de la físicaFísica cuántica y sus paradojas: el principio de incertidumbre, la superposición, el gato de Schrödinger. La relatividad de Einstein: cómo el tiempo y el espacio son moldeables. Teoría de cuerdas y dimensiones ocultas: especulaciones sobre una realidad multidimensional. Agujeros negros y la naturaleza del tiempo. Multiverso y el papel de la conciencia en la realidad.

    Jorge Bolívar Galiano traduce estos temas complejos a un lenguaje claro, sin sacrificar profundidad, e invita al lector a reflexionar sobre los límites entre ciencia, filosofía y creencias. Es colombiano, físico, periodista, escritor y divulgador científico. Ha sido columnista y colaborador en medios como El Tiempo, Semana y El EspectadorBolívar combina conocimientos científicos con un enfoque crítico y poético. Su estilo es ameno, con tintes filosóficos, y busca acercar la ciencia al lector común sin trivializarla.

    Sigue una comparación entre “El delirio de la física” de Jorge Bolívar y algunas obras clave de Carlo Rovelli y Stephen Hawking, tres estilos diferentes de divulgación que abordan temas similares pero con enfoques distintos:

    📚 1. “El delirio de la física” – Jorge Bolívar Galiano

    Enfoque: Filosófico, poético y provocador. Estilo: Narrativo y crítico. Bolívar se atreve a cuestionar los límites mismos de la ciencia, coqueteando con lo místico y lo metafísico. Público: Lector general con curiosidad, sin necesidad de conocimientos previos. Aporte: Hace pensar más allá de los datos. Invita a desconfiar de las “certezas” de la física actual y a reflexionar sobre la condición humana ante el universo. Ideal si buscas: Asombro, preguntas incómodas, y ciencia narrada como un delirio lúcido.

    📗 2. “El orden del tiempo” – Carlo Rovelli

    Enfoque: Filosófico y científico con una fuerte base matemática y teórica. Estilo: Elegante y poético, pero más técnico que Bolívar. Rovelli es un físico que escribe como un ensayista. Público: Curiosos cultos, con interés por la física contemporánea y gusto por la belleza del pensamiento abstracto. Aporte: Desmonta nuestra intuición del tiempo con rigor científico y profundidad emocional. Ideal si buscas: Ciencia moderna con sensibilidad literaria y rigor conceptual.

    📘 3. “Una breve historia del tiempo”Stephen Hawking (posts)

    Enfoque: Divulgación científica clásica, centrada en explicar el universo desde la física teórica. Estilo: Claro, directo, y didáctico. Poco poético, mucho contenido. Público: Público general con interés en entender los grandes conceptos del universo. Aporte: Introdujo a millones en la cosmología, los agujeros negros, el big bang y la teoría del todo. Ideal si buscas: Fundamentos, claridad científica y un panorama completo del universo conocido.

    🔍 Comparación rápida

    Autor Estilo Tono Nivel técnico Enfoque principal
    Jorge Bolívar Narrativo, crítico Filosófico Bajo Ciencia como misterio y metáfora
    Carlo Rovelli Ensayístico, lírico Reflexivo Medio Naturaleza del tiempo y la realidad
    Stephen Hawking Didáctico, directo Científico Medio-alto Cosmología y física del universo

    🎯 En resumen: ¿Quieres una experiencia casi literaria sobre la física como delirio humano? Ve con Jorge Bolívar Galiano¿Te interesa una meditación elegante sobre el tiempo y la existencia? Prueba con Rovelli¿Prefieres una introducción clara y sólida a los misterios del cosmos? Lee a Hawking.

    La paradoja de Bertrand: El azar depende de cómo se defina

    La paradoja de Bertrand es un problema en probabilidad planteado por el matemático francés Joseph Bertrand en 1889. Muestra cómo el resultado de un problema probabilístico puede depender de la manera en que se define el conjunto de posibilidades, lo que genera respuestas diferentes para una misma pregunta.

    Analicemos el Problema: Se trata de un círculo con un triángulo equilátero inscrito. La pregunta es: “Si elegimos al azar una cuerda dentro del círculo, ¿cuál es la probabilidad de que su longitud sea mayor que la del lado del triángulo?”

    El problema tiene al menos tres métodos razonables para seleccionar la cuerda, y cada uno da una respuesta diferente:

    1. Método del punto extremo: Se elige un punto al azar en la circunferencia y se traza una cuerda con otro punto también al azar. Para calcular la probabilidad se imagina el triángulo rotado de forma tal que un vértice coincida con uno de los puntos. Observe que si el otro punto final de la cuerda está en el arco entre los puntos finales opuestos al primer punto, entonces la cuerda es más larga que el lado del triángulo. La longitud del arco es un tercio de la circunferencia, por lo tanto la probabilidad de que la cuerda sea más larga que un lado del triángulo inscrito es un tercio (1/3). Resultado: 1/3 (33.3%)

    2. Método del radio aleatorio: Se elige un radio al azar y luego un punto aleatorio en él para definir una cuerda perpendicular. Para calcular la probabilidad se imagina al triángulo rotado de manera que uno de sus lados quede perpendicular al radio. La cuerda es más larga que un lado si se escoge un punto cercano al centro antes de la intersección del lado del triángulo con el radio. El lado del triángulo divide el radio en dos partes, por lo tanto la probabilidad de que la cuerda sea más larga que un lado del triángulo inscrito es un medio.  Resultado: 1/2 (50%)

    3. Método del punto medio: Se elige un punto al azar dentro del círculo y se considera la cuerda cuya mitad es ese punto. La cuerda es más larga que un lado del triángulo inscrito si el punto cae en el círculo concéntrico de la mitad del radio grande. El área del círculo pequeño es un cuarto del área del círculo grande, por lo que la probabilidad de que la cuerda sea más larga que un lado del triángulo inscrito es un cuarto. Resultado: 1/4 (25%)

    En conclusión, lparadoja de Bertrand ilustra que en ciertos problemas de probabilidad, definir correctamente lo que significa “al azar” es crucial. Dependiendo de cómo se modele la selección de las cuerdas, se obtienen resultados distintos. Esto pone en evidencia la necesidad de precisar los supuestos cuando se trata de probabilidades en espacios continuos.

    No confundir con la paradoja de Russell.

    Otros muchos posts sobre paradojas.

    El Dilema de Triffin: la paradoja del dólar global

    Hay conceptos económicos clásicos que han cobrado máxima actualidad debido a las políticas arancelarias de Trump en 2025. Como el Dilema de Triffin, una paradoja económica formulada por el economista belga-estadounidense Robert Triffin en la década de 1960. Explica un problema estructural en los sistemas monetarios internacionales cuando una moneda nacional (como el dólar estadounidense) se usa como la principal moneda de reserva global.

    Con la Segunda Guerra Mundial aún en marcha, las naciones se unieron para crear un nuevo orden monetario internacional, el sistema fijado por los Acuerdos de Bretton Woods. Este acuerdo creó el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y un sistema de tipos de cambio estables con monedas vinculadas al dólar. Un hombre vio las tensiones políticas, económicas y morales inherentes al mantenimiento del dólar, una moneda nacional, como moneda de reserva mundial. 

    Cuando el acuerdo monetario se vino abajo en 1973, el economista Robert Triffin ya había predicho su caída dos décadas antes. Robert Triffin, académico y asesor político, fue una voz definitoria en economía y política internacional en el siglo XX y un arquitecto del nuevo orden mundial liberal multilateral por derecho propio. Más conocido por su análisis de las vulnerabilidades del sistema monetario internacional - el "Dilema de Triffin" - Triffin fue una voz de la razón y la compasión en la posguerra. Triffin desempeñó un papel clave en los debates sobre la integración monetaria europea, especialmente con sus propuestas de un Fondo Europeo de Reserva y una unidad monetaria europea, convirtiéndose en uno de los padres intelectuales de la moneda única europea, el euro.

    El problema: Para que una moneda nacional funcione como moneda de reserva internacional, debe haber una gran cantidad de esa moneda circulando en el mundo. Esto significa que el país emisor (EE.UU. en el caso del dólar) debe mantener un déficit comercial continuo, es decir, importar más de lo que exporta, para que otros países puedan acumular reservas en esa moneda. Sin embargo, a largo plazo, este déficit constante erosiona la confianza en la moneda, ya que genera endeudamiento y puede llevar a una crisis financiera o a la pérdida de valor de la moneda de reserva.

    Ejemplo con el dólar estadounidense: EE.UU. necesita suministrar dólares al mundo para mantener el comercio global estable. Para hacerlo, incurre en déficits comerciales constantes. Pero demasiados dólares en circulación pueden generar inflación o desconfianza en su estabilidad.

    Consecuencias: 1ª Inestabilidad financiera: El país emisor (EE.UU.) debe endeudarse para mantener su moneda como referencia mundial. 2ª Crisis monetaria: Si otros países pierden confianza en la moneda de reserva, pueden buscar alternativas (como el oro o nuevas monedas, como el yuan chino o criptomonedas). 3ª Dificultad para cambiar el sistema: No hay una alternativa clara que pueda reemplazar rápidamente la moneda de reserva dominante sin generar caos económico.

    El Dilema de Triffin sigue siendo relevante hoy en debates sobre el futuro del dólar y el sistema financiero global. El Bitcoin se ha propuesto como una posible solución al Dilema de Triffin, pero tiene ventajas y desafíos que hacen que su adopción como moneda de reserva global no sea sencilla. Bitcoin podría mitigar algunos aspectos del Dilema de Triffin, pero actualmente no parece ser una solución viable a gran escala debido a su volatilidad y falta de adopción generalizada. Sin embargo, su evolución y el crecimiento de las criptomonedas podrían cambiar el panorama en el futuro.

    El sofisma del cocodrilo que desafía la lógica

    Un cocodrilo que vive en el Nilo atrapa a un niño. La madre del chico le suplica que se lo devuelva. El cocodrilo no solo era capaz de hablar, sino que también era un gran sofista y declaró: "Si adivinas correctamente lo que haré con él, te lo devolveré. De otra forma, si no predices su destino correctamente, me lo comeré". ¿Qué debería decir la madre para salvar a su chico?

    El sofisma o dilema del cocodrilo es una paradoja lógica que plantea una situación sin solución clara. Se basa en el siguiente dilema: "Un cocodrilo roba a un niño y le dice a su madre que se lo devolverá si éste adivina correctamente lo que el cocodrilo hará a continuación".

    Aquí surgen dos posibilidades:

    1. Si la madre dice que el cocodrilo va a devolverle el niño, el dilema se complica:

      • Si el cocodrilo lo devuelve, la afirmación es cierta, pero entonces no habría cumplido su condición de poner a prueba al padre.
      • Si no lo devuelve, la afirmación del padre sería falsa, lo que invalidaría la condición del cocodrilo.
    2. Si la madre dice que el cocodrilo NO le devolverá al niño, entonces:

      • Si el cocodrilo cumple con su palabra y no lo devuelve, confirmaría la predicción del padre, lo que le obligaría a devolverlo.
      • Si el cocodrilo lo devuelve, haría falsa la afirmación del padre, lo que también es un problema lógico.

    Esta paradoja muestra un problema de autorreferencia y contradicción (autocontradicción) en la lógica y ha sido usada como ejemplo de razonamiento circular en filosofía y retórica. Es un clásico ejemplo de falacia, un problema lógico o paradoja que se utiliza para ilustrar cómo el razonamiento defectuoso puede llevar a conclusiones absurdas o contradictorias. Este sofisma tiene su origen en una historia divertida y paradójica que involucra a un cocodrilo y un niño.

    Este sofisma pone de relieve cómo las promesas o condiciones mal formuladas pueden llevar a situaciones absurdas o irresolubles. En contextos legales o contractuales, este ejemplo subraya la necesidad de redactar claramente las condiciones para evitar ambigüedades o bucles lógicos. Aunque es un problema lógico serio, el sofisma del cocodrilo también es una forma divertida de explorar conceptos complejos de lógica y paradoja.

    Los sofismas no tienen una solución satisfactoria dentro del marco establecido por el cocodrilo. Sin embargo, desde una perspectiva creativa o práctica, podríamos imaginar soluciones fuera de la lógica del problema: El cocodrilo podría simplemente renunciar a su promesa y liberar al niño, aceptando que ha sido vencido por la astucia de la madre. Alternativamente, la madre podría negociar una nueva solución que evite el dilema, como ofrecer algo valioso a cambio del niño.

    Otras muchas falacias: 
  • ad antiquitatem / 
  • ad baculum
  • ad consequentiam / 
  • ad crumenam
  • ad hominem / 
  • ad ignorantiam / 
  • ad lapidem
  • ad lazarum / 
  • ad logicam
  • ad misericordiam
  • ad nauseam / 
  • ad novitatem / 
  • ad populum
  • ad verecundiam / 
  • Post hoc ergo propter hoc / 
  • Cum hoc ergo propter hoc / 
  • Conclusión irrelevante / 
  • Arenque rojo / 
  • Falacia de composición / 
  • de división / 
  • del equívoco / 
  • del apostador / 
  • del jugador inversa / 
  • del hombre de paja / 
  • del alegato especial / 
  • de las muchas preguntas / 
  • de evidencia incompleta / 
  • del falso escocés / 
  • de la verdad a medias / 
  • de accidente / 
  • de accidente inverso / 
  • de asociación / 
  • de causa cuestionable / 
  • del costo irrecuperable / 
  • del francotirador / 
  • del historiador / 
  • del Nirvana / 
  • circular / 
  • ecológica / 
  • naturalista / 
  • Falsa equivalencia / 
  • Apelación al ridículo / 
  • Apelación a la naturaleza / 
  • Generalización apresurada / 
  • Petición de principio / 
  • Reductio ad Hitlerum / 
  • ad Stalinum / 
  • Tu quoque / 
  • Acento o énfasis / 
  • Falso dilema / 
  • Afirmación del consecuente / 
  • Negación del antecedente / 
  • Pendiente resbaladiza,...