Los requisitos para cursar los estudios de controlador aéreo no eran demasiado exigentes. Bastaba cualquier Diplomatura o haber superado el Primer Ciclo Completo de una carrera universitaria de grado superior, y un nivel de Inglés alto, tanto a nivel oral, como de discriminación auditiva. Con la última normativa común en Europa, ahora basta tener 18 años y haber superado el Bachillerato.
Se puede estimar que hay más de un millón de ciudadanos que cumplen perfectamente estas condiciones, incluido un buen nivel de inglés. No se entiende que la convocatoria de 2010-11 ofrezca sólo 144 plazas, cifra insuficiente para cubrir el tráfico aéreo y que mantiene una élite de privilegiados sin posibles sustitución. El cuello de botella se encuentra en la Sociedad para las Enseñanzas Aeronáuticas Civiles (Senasa), donde con un breve curso de 22 semanas se les otorga la licencia de alumno-controlador, pasando a la última preparación específica en la propia torre de control con sueldo.
Con los millones de universitarios sin empleo, sin destino profesional, se produce esta absurda situación provocada por un minoritario colectivo (con sueldos millonarios y horas extra a discreción) y la ineficacia de la administración pública. La privatización no es la única fórmula, a menos que el escándalo de la gestión de AENA se considere irremediable e insoluble.
Las fotos mejores de Aitor Agirregabiria (arriba) y abajo las nuestras. Alguna de las crónicas periodísticas del día siguiente, como la de El Correo,...