
La mejora significativa en educación ayudaría a reinterpretar la vida personal y familiar en clave de feliz austeridad, dotaría de nuevas oportunidades de empleo más cualificado y permitiría al conjunto de la sociedad una flexibilidad mayor para la evolución necesaria ante los cambios inexorables.
Junto a urgentes medidas coyunturales de ajuste, apostemos estratégicamente por la educación, desde los niveles de infantil hasta la formación continua, a lo largo de toda la vida, de personas empleadas y desocupadas, de quienes no han accedido nunca al trabajo o de quienes se han jubilado. La educación media de la ciudadanía es la mejor medida de la riqueza de una sociedad, y está directamente correlacionada con la renta per cápita material. Lo contante y sonante, y lo espiritual, todo eso que genera felicidad nace de la educación. ¡Exijamos más educación para todas las generaciones que aspiramos a vivir mejor!